Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

miércoles, 24 de septiembre de 2025

NERUDA EN TU PARTIDA Por Douglas Zabala



Hoy venimos a recordar que un 23 de septiembre se nos fue Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto, el mismo quien un buen y apasionado día de su juventud resolvió asumir el nombre de Pablo Neruda en homenaje al poeta checo Jan Neruda.

 

Su vida fue un vasto poema. En su juventud, entregó al mundo Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Fue cónsul en Rangún, Colombo y Batavia, recorriendo "ciudades, ríos, montañas", y madurando una voz que se volvería épica en su mismísimo Canto General.

 

Diplomático, senador, exiliado por sus ideales, Neruda nunca dejó de ser el niño que descubría el mundo en Temuco. El poeta que, en Odas elementales, celebraba lo sencillo: "La cebolla es escarcha / cerrada y pobre", hallando la épica en lo cotidiano. Su casa en Isla Negra, frente al Pacífico, era su refugio, el lugar donde "necesito del mar porque le enseño".

 

Galardonado con el Nobel en 1971, definió la poesía como "un acto de paz". Su partida, en 1973, dejó un silencio que sus versos siguen llenando.

 

Hoy lo recordamos porque Neruda, como él mismo escribió, no ha muerto: "Yo voy a vivir, desde ahora en adelante, frente al mar. Su residencia es la memoria, y su canto, un rumor perpetuo de olas.

 

NERUDA

 

¡Pablo!

A ver Camarada, dime cual fue tu contacto.

Como hiciste para ver a Bolívar en el quinto regimiento.

Acaso tu Isla Negra no te bastó para acorralar al opresor.

Yo también intenté tomar el cielo por asalto, pero nunca pude.

 

¡Neruda!

Yo como tú, hoy no vengo a llorar aquí

donde cayeron.

Vengo a vosotros,

acudo a los que viven.

Acudo a ti y a mí

y en tu pecho golpeo.

Cayeron otros antes.

¿Recuerdas? Sí.

 

Yo vengo de andar con ellos en este caminar,

por este patio del continente,

aferrado a tu Canto General.

 

Ellos aquí trajeron los fusiles repletos

de pólvora, ellos mandaron el acerbo exterminio,

ellos aquí encontraron un pueblo que cantaba,

un pueblo por deber y por amor reunido,

y la delgada niña cayó con su bandera,

y el joven sonriente rodó a su lado herido,

y el estupor del pueblo vio caer a los muertos

con furia y con dolor.

 

¡Pablo Neruda! camarada,

a tu solitaria estrella me aferro.

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