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Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

lunes, 22 de septiembre de 2025

MATEA: FARO DE UNA LUCHA Por Douglas Zabala



Durante el oscuro periodo colonial, la esclavitud se erigió como una de las instituciones más brutales de la historia venezolana. Desde las costas africanas, miles de personas fueron arrancadas de sus tierras y traídas a la fuerza en barcos negreros para ser explotadas como mano de obra gratuita.

 

Entre ellas, llegaron los ancestros de Matea Bolívar, hija de una esclava perteneciente a los dominios de la familia Bolívar, cuyo origen africano se entrelazaría para siempre con la historia libertaria de Venezuela.

 

La negra Mates nace l 21 de septiembre de 1773 en la Hacienda El Totumo, en el estado Guárico.  Creció bajo el yugo de la esclavitud, pero también bajo la protección de la familia Bolívar. Su inteligencia y habilidades pronto la distinguieron y junto a doña María de la Concepción Palacios, madre de Simón Bolívar, se convirtió en una figura querida dentro del hogar.

 

Con el nacimiento de Simón Bolívar en 1783, Matea se encariñó profundamente con el niño al que llamaba “mi niño Simón”. Acompañó su crecimiento y, años más tarde, pidió servir en su hogar cuando este contrajo matrimonio con María Teresa del Toro. La muerte temprana de la esposa de Bolívar marcó un punto de inflexión; Matea fue testigo de su dolor y, posteriormente, de su transformación en líder independentista.

 

Su longevidad le permitió participar en momentos simbólicos cruciales: en 1842, acompañó a José Antonio Páez en la recepción de los restos del Libertador, y en 1876, a los 103 años, caminó junto a Antonio Guzmán Blanco durante el traslado de sus cenizas al Panteón Nacional. Hasta sus últimos días, Matea fue un vínculo vivo con la memoria de Bolívar.

 

Hoy, en una Venezuela que lucha por rescatar sus ideales libertarios, el ejemplo de Matea representa la fortaleza, la lealtad y la dignidad de la mujer venezolana.

Su legado reivindica el papel protagónico que tuvieron en la independencia y la identidad nacional.

 

La Negra Matea no fue solo una esclava; fue guardiana de la memoria, testigo de la historia y faro de una lucha que aún continúa: la de construir una sociedad libre, democrática, justa e inclusiva, tal como la soñó el Libertador

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