Un equipo de investigadores del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) está revolucionando la lucha contra la desertificación de suelos agrícolas mediante el aprovechamiento de desechos de la industria camaronera y cangrejera. Esta innovadora iniciativa convierte lo que antes era basura en un recurso valioso para revitalizar tierras degradadas.
La ministra de Ciencia y Tecnología, Gabriela Jiménez, resaltó en su canal de Telegram que las conchas de camarones y cangrejos, usualmente descartadas, son ricas en quitosano, un biomaterial natural con propiedades únicas. Su estructura molecular, que incluye carbono y nitrógeno, mejora la retención de humedad, nutre el suelo y promueve un crecimiento vegetal más robusto.
El proyecto, desarrollado en el Laboratorio de Química Marina del IVIC, se basa en las propiedades de la quitina y el quitosano, compuestos que fortalecen la tierra y combaten la erosión. Aunque estos materiales han sido estudiados a nivel mundial, la tecnología venezolana destaca por su mayor eficiencia en la purificación del quitosano, eliminando pigmentos y mejorando su versatilidad.
Esta solución no solo contribuye a la recuperación de suelos áridos, sino que también impulsa la economía circular, al reutilizar residuos de la pesca que antes contaminaban el ambiente. Además, el método es biodegradable y sostenible, alineándose con las demandas globales de agricultura ecológica.
El avance científico refuerza la soberanía alimentaria y ambiental de Venezuela, demostrando cómo la innovación local puede resolver problemas críticos. Al transformar desechos en recursos, el país avanza hacia una producción agrícola más resiliente y sostenible.
Este proyecto es un ejemplo de cómo la ciencia venezolana puede generar soluciones prácticas y ecológicas, convirtiendo desafíos ambientales en oportunidades de desarrollo. Con iniciativas como esta, Venezuela se posiciona como un actor clave en la lucha contra la desertificación y el cambio climático.
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