
Tomada de Ciencia con conciencia
Pedro González Caro 24.07.25
El 24 de julio es una fecha de profunda significación para Venezuela, un día en el que la historia y el legado de sus héroes se entrelazan de manera excepcional. En esta jornada, el país celebra el natalicio de Simón Bolívar, el Padre de la Patria, un hombre cuya prolífica existencia estuvo marcada por éxitos y una incansable lucha por la libertad de América. Asombrosamente, el mismo día en que Bolívar cumplía 40 años, la Armada de Venezuela libraba la decisiva Batalla Naval del Lago de Maracaibo, un hito que sellaría la independencia definitiva de Venezuela del dominio español. En recuerdo de esa gesta, también se celebra el día de la Armada de Venezuela
La Batalla Naval del Lago de Maracaibo: Un hito en la libertad
El 24 de julio de 1823, las aguas del Lago de Maracaibo fueron testigo de la valiente contienda entre la Armada de Venezuela y las fuerzas realistas. Bajo el liderazgo del almirante José Prudencio Padilla, la escuadra republicana logró una victoria contundente y definitiva sobre España. Esta derrota forzó la capitulación del general Francisco Tomás Morales, lo que llevó a la firma del acuerdo el 3 de agosto de 1823, en la Casa Morales (residencia oficial de los gobernadores). La capitulación implicó la entrega de los buques restantes de la escuadra española, la plaza de Maracaibo y el castillo San Carlos. Dos días después, cerca de mil personas desterradas abandonaron Maracaibo en ocho embarcaciones.
Los términos de esta capitulación fueron reconocidos por su generosidad y profundo respeto humano hacia los vencidos, principios que Venezuela había sostenido desde la firma de los Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra en noviembre de 1820. Estos tratados son considerados la esencia del Derecho Internacional Humanitario y reflejan la visión humanitaria que guio a los libertadores.
El 24 de julio no solo conmemora el nacimiento del Libertador, sino también la brillante estrategia y el coraje demostrados por la flota venezolana en el Lago de Maracaibo y por eso se celebra el día de la Armada en la misma fecha. El liderazgo de Simón Bolívar trascendió los campos de batalla; su visión y determinación fueron el motor de la gesta independentista. Paralelamente, el almirante Padilla emergió como una figura clave en la batalla naval, dirigiendo con pericia a la escuadra que aseguró la victoria final. Ambos hombres personifican el espíritu de lucha y sacrificio que forjó la nación venezolana.
Reflexiones sobre el presente y el futuro
De aquellas graciosas y esbeltas figuras de los bergantines y goletas, solo queda el recuerdo estampado en las páginas de la historia. Aquella orden de “izar la vela mayor,” cedió el paso a la de “avante a toda máquina”, y así ha evolucionado nuestra Armada: nuevas tácticas, nuevos buques, pero una misma misión: la presencia de nuestro pabellón tricolor en los mil caminos azules de espuma y de sol de nuestro amado mar.
Hoy, al igual que ayer, Venezuela demanda nuevamente a sus hijos hacer valer el compromiso por la libertad, el despliegue del poder de su intelecto para doblegar nuevos enemigos que emergen iracundos para embestirnos con toda su fuerza. Es necesario entonces que todos los venezolanos ofrendemos como homenaje a quien no dio descanso a su brazo ni reposo a su alma, el sacrificio que exige el momento histórico que vivimos, para recalar seguros en el puerto de la reconquista de los valores éticos y morales que justificarán la sangre derramada por nuestros antepasados, en acciones como la Batalla Naval del Lago de Maracaibo.
El juramento, pronunciado en la ciudad eterna de Roma en el Monte Sacro, y ante el gran maestro Don Simón Rodríguez como testigo, resuena con estridente fuerza hoy:
“Juro delante de usted, juro por el Dios de mis Padres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por mi Patria; que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma, hasta que no haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español.”
Es crucial mantener encendido en nuestra mente, cual eterno faro, guía del marino, el juramento de Bolívar, que reúne un cúmulo de valores éticos y de liderazgo que se mantienen vigentes, aun cuando en este momento histórico, nuestro enemigo no sea España ni su voluntad de oprimirnos. El compromiso que encarna, es la esencia de la virtud y el honor, es un recordatorio de la entereza con la que nuestros antepasados entonaban la canción patriótica que más tarde sería el himno nacional, ante la cual el enemigo de entonces temblaba de pavor.
Ante esta situación, la patria exige de nosotros una solidez inquebrantable de valores de integridad, honradez, justicia y libertad. Estos valores nos permitirán emprender, con la misma fiereza con la que Simón Bolívar cumplió su juramento, la tarea de conducir a nuestra patria, por la ruta demarcada por la excelencia, el honor y la virtud, hacia un futuro próspero, de progreso y de desarrollo.
Somos los ciudadanos los guardianes de su legado: “la libertad”, y los actores principales en la construcción de una sociedad justa y democrática como merecido homenaje a quienes, con gran valentía, brindaron su vida en gestas como la gloriosa Batalla Naval del Lago de Maracaibo. Es momento de honrarlos, antes y ahora. La valentía comienza cuando el ciudadano entiende que su voz es crucial y que sin su participación activa los valores democráticos no pueden sostenerse. El miedo es la sombra que nos paraliza e impide nuestro desarrollo como ciudadanos íntegros en pleno ejercicio de nuestros derechos, que fueron forjados a sangre y fuego por nuestros antepasados.
Son otras las circunstancias, otros somos los venezolanos, pero es la misma causa: la libertad y la lucha contra la injusticia y el oprobio. El 24 de julio nos invita a reflexionar sobre el pasado glorioso y a reafirmar nuestro compromiso con el futuro de Venezuela, inspirados por el espíritu indomable de Bolívar y de todos aquellos que lucharon por nuestra independencia.
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