Casi siempre se dice que la situación económica y política del planeta que nos ha tocado en suerte habitar está al borde de una crisis o ya dentro de ella. Y es verdad que las ondas cíclicas del impulso del comercio internacional y de otros agregados varían, pudiendo ser objeto de toda clase de comentarios. Eso es lo que sucede actualmente, quizá en términos más agudos que otras veces, por lo contundente de las tácticas del presidente Trump, en cuanto a los altos aranceles que quieren fijarse para proteger el mercado americano en favor de más industria local. Y también para hacer caja con los nuevos impuestos aduaneros, y no tener que emitir tanta deuda exterior como últimamente se ha hecho. Con una depreciación importante del dólar, la divisa más importante del mundo desde hace más de un siglo.
El déficit comercial estadounidense, en 2024, alcanzó a 1,2 billones de dólares, y por eso se explica que Trump diera un puñetazo en la mesa, diciendo algo así como que «basta ya con que China y la Unión Europea (UE) se aprovechen de nuestro mercado para ponernos en una situación de país cada vez más desindustrializado». A esa situación tuvimos ocasión de referirnos en La Tercera de ABC que se publicó el 18 de marzo de 2025, cuando ya se había planteado en Washington D. C. la política de aranceles disparados al alza. Una declaración explosiva que luego se ha ido minorando, para hacer de ella más bien un amago, tras el cual entrar en negociaciones. Que a la postre podrán parecerse a las del pasado, con fuerte moderación de los ímpetus iniciales, tan inesperados como destructores de comercio internacional por parte de Estados Unidos.
De ese modo, ya no se tratará a China con desdén y aranceles impracticables del 125 por 100. Y se retirarán sanciones a Rusia, a fin de activar un comercio muy limitado desde la antigua URSS. O se negociará, ya se está haciendo, con la Unión Europea, en un proceso de recuperación de instituciones como la Organización Mundial de Comercio. Y en el resto del mundo, también tendrá que normalizarse la política comercial norteamericana, si es que se quiere captar mayor intercambio con el mundo menos desarrollado, en el que ahora China y Rusia pretenden prevalecer.
Estamos, pues, en una fase de negociación y el tan temido colapso del comercio internacional, vía recesión en Estados Unidos, lo más probable es que no se produzca. Y hasta podría haber una cierta disminución del déficit estadounidense e incluso algún aumento de inversiones industriales para exportar más desde dentro del propio recinto arancelario de la Unión Norteamericana. Aunque, desde luego, no en la medida planteada por Trump buscando ser él la panacea de todos los males de la economía. Reconfirmamos, pues, lo que dijimos en La Tercera de ABC del 18 de marzo: podrá irse avanzando en la idea de que la hegemonía USA ya no lo es tanto, por lo que tiene que avenirse a negociar de manera distinta a como planteó con tanta contundencia Trump en su Día de la Liberación, el pasado 2 de abril.
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