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domingo, 22 de junio de 2025

Oppenheimer: El vergonzoso apoyo de Brasil a Irán



No debería sorprender a nadie que las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua se hayan alineado con Irán en su conflicto con Israel. Pero que Brasil haya adoptado una postura similar está causando asombro e indignación en las principales democracias occidentales.

El gobierno del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, emitió un comunicado el 13 de junio expresando su “firme condena” al ataque israelí contra Irán. Sin embargo, el comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores brasileño no condenó las reiteradas amenazas del régimen iraní de “borrar del mapa” a Israel, ni su historial de apoyo a grupos terroristas como Hamás y Hezbolá.

La postura brasileña fue diametralmente opuesta a la declaración conjunta de las democracias del G-7 —Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Reino Unido y Japón—, emitida el 16 de junio en Alberta (Canadá), que afirmó que “Israel tiene derecho a defenderse” y que “Irán es la principal fuente de inestabilidad y terrorismo regional”.

La declaración del G-7 añadió: “Siempre hemos sido claros en que Irán nunca podrá tener un arma nuclear”. Poco antes del ataque israelí, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) advirtió que Irán ha estado enriqueciendo uranio en secreto, en violación de acuerdos internacionales.

Muchos que no siguen de cerca la historia política de Irán podrían preguntarse por qué no tiene derecho a producir armas nucleares, como lo han hecho India y Pakistán.

La respuesta es simple: porque Irán tiene como política oficial la “eliminación” de otro país soberano, Israel, reconocido por la ONU desde 1948.

El problema no son solo las amenazas, sino también las acciones del régimen iraní. Además de patrocinar ataques terroristas contra Israel, Irán fue señalado como autor intelectual del atentado de Hezbolá contra la AMIA en Buenos Aires en 1994, que causó 85 muertos y más de 300 heridos, según la justicia argentina.

Elliott Abrams, exrepresentante especial de EE.UU. para Irán y Venezuela durante el gobierno de Donald Trump, me dijo que “es escandaloso” que una democracia como Brasil brinde su apoyo diplomático a Irán.

Según Abrams, la postura de Lula podría ser “un intento anacrónico de resucitar el Movimiento de Países No Alineados. Pero estamos en 2025, no en 1975”. Agregó que “Brasil no ganará nada en el mundo árabe con esta declaración. Hará feliz al Ayatolá, pero ¿le sirve eso de algo a Brasil?”

Lula, quien actualmente preside el grupo BRICS —formado por Rusia, China, India, Sudáfrica e Irán—, podría estar buscando elevar su perfil internacional de cara a la cumbre del bloque que se celebrará en Río de Janeiro el 6 y 7 de julio.

Pero esta jugada podría salirle mal.

Andrés Velasco, decano de la Escuela de Políticas Públicas de la London School of Economics y exministro de Hacienda de Chile, me dijo que los coqueteos de Lula con China, Rusia, Irán y los BRICS “son una muy mala política” en el contexto de la guerra arancelaria global que impulsa Donald Trump.

“La verdad es que me avergonzó ver al presidente Lula aplaudiendo el paso de los misiles destinados a matar ucranianos en la Plaza Roja de Moscú,” dijo Velasco.

En un clima internacional tan tenso como el actual, este tipo de acciones exponen a Brasil —y a América Latina— a represalias por parte de Estados Unidos que no convienen a la región. “Lo mejor que podría hacer un país como Brasil sería atraer la menor atención posible”, concluyó Velasco.

Apoyar al régimen iraní —sobre todo para un gobierno que se dice progresista— es vergonzoso. Irán no solo es una dictadura teocrática que encarcela mujeres por no cubrirse la cabeza y ejecuta a personas homosexuales, sino que también es uno de los principales patrocinadores del terrorismo a nivel mundial.

Con toda la razón, las democracias del mundo coinciden en que Irán no puede tener acceso a un arma nuclear.

No debería ser una sorpresa para nadie que las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua se hayan alineado con Irán en su conflicto con Israel. Pero el hecho que Brasil haya adoptado una postura similar está causado asombro e indignación en las principales democracias occidentales.

El gobierno del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, emitió un comunicado el 13 de junio expresando su “firme condena” al ataque israelí contra Irán. Sin embargo, el comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores brasileño no condenó las reiteradas promesas del régimen iraní de “borrar del mapa” a Israel, ni su historial de apoyo a grupos terroristas como Hamas y Hezbollah.

El comunicado de Brasil fue diametralmente opuesto a la declaración conjunta de las principales democracias occidentales, que apoyaron a Israel.

Los jefes de estado de Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Italia, el Reino Unido y Japón firmaron una declaración conjunta en la cumbre del G-7 en Alberta (Canadá) el 16 de junio, afirmando que “Israel tiene derecho a defenderse” y que “Irán es la principal fuente de inestabilidad y terrorismo regional”.

La declaración del G-7 añadió que “Hemos sido siempre claros en que Irán nunca podrá tener un arma nuclear”. Poco antes del ataque israelí, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) advirtió que Irán ha estado enriqueciendo uranio secretamente en violación de los acuerdos internacionales.

Muchos de quienes no siguen de cerca historia política de Irán quizá se pregunten por qué Irán no tiene derecho a producir armas nucleares, como lo han hecho India y Pakistán.

La respuesta es muy simple: porque Irán tiene una política oficial de buscar la “eliminación” de otro país soberano, Israel, reconocido por las Naciones Unidas desde 1948.

El problema no son solo los discursos del régimen iraní, sino también sus acciones. Además de patrocinar ataques terroristas de sus aliados contra Israel, Irán fue el autor intelectual de la bomba de Hezbolá que destruyó la asociación comunitaria judía AMIA en Buenos Aires en 1994, según la investigación judicial argentina. El atentado causó 85 muertes y mas de 300 heridos.

Elliott Abrams, quien fue representante especial de Estados Unidos para Irán y Venezuela durante el primer gobierno de Donald Trump, me dijo que “es escandaloso” que una democracia importante como la brasileña brinde su apoyo diplomático a Irán.

Abrams me dijo que la postura brasileña podría ser “un intento anacrónico de Lula para tratar de resucitar el Movimiento de Países No Alineados. Pero estamos en 2025, no en 1975”. Agregó que “Brasil no ganará nada en el mundo árabe con esta declaración. Hará feliz al Ayatola, pero ¿le sirve de mucho eso a Brasil?”.

Lula, quien actualmente preside el grupo BRICS de potencias emergentes, liderado por Rusia, China, India, Sudáfrica e Irán, podría estar queriendo elevar su perfil internacional con miras a la cumbre de los BRICS en Río de Janeiro el 6 y 7 de julio.

Pero el presidente brasileño podría estar perjudicándose a sí mismo.

Andrés Velasco, decano de la Escuela de Políticas Públicas de la London School of Economics y exministro de Hacienda de Chile, me dijo que los coqueteos de Lula con China, Rusia, Irán y los BRICS “son una muy mala política” en medio de la guerra arancelaria global de Trump.

“A mí la verdad es que me avergonzó ver al presidente Lula aplaudiendo el paso de los misiles destinados a matar ucranianos en la Plaza Roja de Moscú,” me dijo Velasco.

En un ambiente internacional tan caldeado como el actual, este tipo de acciones exponen a Brasil y América latina a represalias de Estados Unidos que no le convienen a la región. “Lo mejor que podría hacer un país como Brasil sería atraer la menor atención posible”, me señaló Velasco.

Efectivamente, apoyar al régimen de Irán —especialmente para un gobierno que se proclama progresista, como el de Brasil—es vergonzoso. Irán no solo es una dictadura jurásica que encarcela a mujeres por no cubrirse la cabeza con un hiyab y ejecuta a los gays, sino que es uno de los mayores estados patrocinadores del terrorismo en el mundo.

Con toda la razón, las principales democracias del mundo están de acuerdo en que no puede permitirse que obtenga un arma nuclear.

https://www.elnuevoherald.com/opinion-es/

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