Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

lunes, 16 de junio de 2025

La democracia ayer y hoy Por Ricardo Combellas


Si los conceptos de por sí cambian de sentido con el correr del tiempo, más  los conceptos políticos, al tratarse de conceptos polémicos en las luchas ideológicas y políticas, por supuesto también  la democracia dada su inmensa solera y prestigio.

Para comenzar, la democracia nació en Grecia (con más precisión en Atenas en el siglo V antes de Cristo) como una forma de gobierno que solo alcanzó 150 años de vida. La llamamos democracia directa, pues la ejercía el pueblo en asamblea sin intermediación de delegados ni  representantes. Aunque  la experiencia funcionó bastante bien en ese período de tiempo, fue criticada por los teóricos de la política más influyentes, como fueron entre otros Platón y Aristóteles, que coincidían en su decadencia, gracias a su tendencia al tumulto, a la anarquía y al gobierno de la chusma y el populacho, que Polibio llamó oclocracia. Desde ese entonces, sin embargo, una frase del historiador Tucídides nos dejó una interrogación que florece cada cierto tiempo. Dice así: “De nombre era una democracia, pero de hecho era el gobierno del primer ciudadano”, que no era otro que Pericles, el influyente líder de la democracia ateniense en su época de mayor esplendor. De acuerdo con esta frase los líderes (piénsese en Lincoln, en Churchill, en De Gaulle) guían la democracia, la orientan en uno u otro sentido, de acuerdo con sus posibilidades, pero también algunas veces  de acuerdo con sus deseos y personales intenciones.

La democracia moderna,  es decir, la surgida de las revoluciones hijas de la Ilustración (la francesa y la norteamericana), redefinieron la democracia, para distinguirla de lo que pasamos a llamar la democracia antigua,  al considerar que la democracia no se ejerce ahora directamente sino a través de representantes. A partir de entonces, en estos últimos aproximadamente 250 años, la democracia ha experimentado grandes transformaciones.

El primer gran debate de la democracia moderna  gira en torno a su naturaleza, democracia  liberal o democracia socialista. Al triunfar en Occidente la idea de democracia liberal ya en el siglo XIX, se sigue denominando a la democracia de hoy erróneamente  como  “democracia liberal”  , aunque yo preferiría llamarla democracia constitucional, pues integra elementos sociales y de profundización de la participación popular,  inaceptables tanto para los liberales de ayer como para los neoliberales de hoy.  Los liberales insistieron que la democracia era un concepto fundamentalmente político , y debería estar supeditado al dogma constitucional de los derechos inalienables del hombre (anteriores y superiores al Estado) y la división de poderes.  Al unísono surgió una concepción de la democracia radicalmente antitética, la democracia socialista, que implicaba una visión colectivista de la libertad (al contrario de la libertad individualista de cuño liberal) y un sistema de partido único (el partido comunista) que  responde a una verdad política única y exclusiva.

El segundo gran debate sobre la democracia, y que se solapa con el anterior,  nos refiere al concepto de democracia social, que a diferencia de la democracia clásica liberal que deja a la sociedad civil libremente la resolución de los conflictos sociales,  insiste en la idea de la justicia social, la lucha por la igualdad y la superación gracias al intervencionismo estatal  de los  de los abusos del sistema capitalista que reproducen las desigualdades sociales. La lucha por la democracia social tiene sus grandes victorias en el reconocimiento constitucional del Estado social, así como de los derechos sociales.

Por último, el tercer gran debate, al cual siempre fue alérgico tanto el liberalismo clásico como su heredero neoliberal,  es el de la profundización de la democracia con el reconocimiento de la democracia participativa, que pasa a ser un concepto superior al de democracia representativa, y que se expresa  en la jerarquización positiva de las consultas populares y el fortalecimiento del poder popular. Como afirmaría Simón Bolívar en sabias pero poco conocidas palabras: “Yo tengo pruebas irrefragables del tino del pueblo en las grandes resoluciones; y por eso es que siempre  he preferido sus opiniones a la de los sabios.”

En conclusión, si no se tiene clara la profunda dimensión política e ideológica de esos tres grandes debates, poco podremos avanzar  en la comprensión de los problemas que en esta época crítica (pues todo está en discusión)  confronta la democracia, que siempre será, pese a los intentos de desvirtuarla por parte de sus enemigos, la extrema izquierda  y los totalitarismos,  así como la peligrosa extrema derecha de hoy ,que no dudo en calificar de neofascista.

EL NACIONAL.

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