Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

sábado, 4 de enero de 2025

La verdad es la verdad Por Rafael de la Cruz

 

Todos los gobiernos necesitan legitimidad o la apariencia de legitimidad para sostenerse, incluso las dictaduras.

Los Castro en Cuba exprimieron durante décadas hasta la última gota la legitimidad que lograron por acabar con una dictadura militar hace más de 60 años. Cuando el desastre socialista de la isla acabó con esa legitimidad, los Castro pusieron en escena alguna que otra elección que ganaban con 98% de unos votos que nadie podía auditar, pero que nadie pudo tampoco probar como falsos. Aunque era evidente el truco y el engaño, nunca hubo prueba de lo contrario. La torpe excusa que atribuye eternamente la debacle económica y social de la isla al bloqueo de los Estados Unidos les ha servido igualmente de leve velo de legitimidad fabricada. Nunca explicó Fidel, ni tampoco Raúl, por qué un país, al que le sobran las relaciones diplomáticas y comerciales con todo el mundo, es tan miserable solo porque otro país, los Estados Unidos, no comercia con ellos todo lo que podría. Pero a los Castro, y a sus sucesores, no les importa responder esa pregunta. Lo que les importa es justificar el increíble fracaso de su experimento revolucionario, y disculparlo para mantener una apariencia de legitimidad. De modo que aún la Cuba socialista, necesita de alguna artimaña, de alguna cortina de humo, que le haga aparecer como justificada ante la comunidad internacional y ante su pueblo. Cada vez menos se lo creen. Pero el inmenso esfuerzo que hacen todos los días para convencer a propios y extraños que ellos son legítimos y que están luchando contra un monstruo omnipotente que los oprime, revela la necesidad imperiosa de rascar algo de legitimidad en donde puedan.

Putin concentra igualmente un inmenso aparato de propaganda en crear apoyo popular a su régimen tiránico socorriéndolo con la exacerbación del nacionalismo y la amenaza internacional contra la Rusia eterna. Al igual que otras dictaduras, Putin escenifica un juego electoral periódico para darle un atisbo de legitimidad a su gobierno. Nadie confía en los resultados. Sus números son inauditables, pero, otra vez, nadie ha podido probar el continuado engaño. Por supuesto Putin hace más que esto para sostenerse. Literalmente reprime y elimina a sus opositores. Pero aún él sabe que con represión no se puede mantener eternamente. Necesita justificar su régimen, haciéndolo aparecer como un poder otorgado por el pueblo ruso. Sin eso, la represión sola, tiene corto aliento.

Otros regímenes dictatoriales, como el de Corea del Norte, ni se molestan en hacer elecciones. Pero escenifican una democracia “popular” travesti que asume que las elecciones altamente controladas de cargos del partido comunista y de una asamblea “popular” por parte de las “bases” proporciona la legitimidad que requieren para mantenerse. Por supuesto las “bases” no son otra cosa que las mismas células del partido comunista, y los votos resultan de manera permanente en la elección de los que se someten al poder de la cúpula del régimen y del partido. Que, por lo demás, son la misma cosa. Células, comités de defensa de la revolución, consejos comunales, etc., etc., no son otra cosa que el intento empecinado de crear una legitimidad que no se sostiene en la verdadera voluntad popular.

Y así llegamos a Maduro y al grupo de mafias enroscadas en el poder en Venezuela. Una larga secuela de elecciones cada vez más fraudulentas, fueron el sustento de legitimidad, cada vez menos real, de este régimen decadente. En más de una ocasión se detectaron fraudes y mentiras en elecciones que el régimen declaraba a su favor. Sin embargo, siempre lograban proyectar la sombra de la duda. La victoria electoral en la que se eligió una mayoría clara de opositores en la Asamblea Nacional en 2015 dio un barniz de credibilidad al sistema electoral. Aunque el régimen maniobró inmediatamente para despojar a esta Asamblea legítima de todo poder real, las elecciones mismas fueron una advertencia a la dictadura de que aún con todas las trampas, el pueblo venezolano pudo usar el instrumento electoral para expresar su rechazo al socialismo del siglo XXI. El régimen fue tomado por sorpresa. Pero, dada la trayectoria de elecciones sobre las que el chavismo se sustentó tantos años, no tuvieron más remedio que volver a hacerlas. En 2018 el vencedor opositor de las elecciones cedió ante el fraude, y aunque Maduro perdió la credibilidad de buena parte del pueblo y de muchos países, siguió adelante, desafiando un gobierno interino que nunca gobernó y que terminó por deshacerse. En 2024 tocó otro ciclo electoral. Maduro y sus secuaces decidieron que pasara lo que pasara no admitirían la derrota. Buscarían engañar descaradamente, y crear la duda sobre quién ganó realmente porque, ellos lo saben, su permanencia en el poder depende de su legitimidad, y la legitimidad depende de las elecciones. Usaron todas las artimañas posibles, todas las argucias e ilegalidades flagrantes para evitar una nueva derrota. De nada les sirvió. Perdieron por avalancha como nunca antes. Y no solo eso. Se probó que Edmundo González Urrutia, con el liderazgo de María Corina Machado, ganaron sin apelación. Y no cederán ante el fraude.

¿Se equivocó el régimen en hacer elecciones? Si. Pero no tenía opción. Era eso o destruir por anticipado su viabilidad. Ahora que todos sabemos lo que pasó, incluidos ellos, están como el rey desnudo. La verdad es la verdad. Se les acabó la cuerda. Quieren mantenerse mintiendo descaradamente, y sabiendo que mienten, ante todo el pueblo de Venezuela y ante la comunidad internacional entera. Les queda la represión, que como en todas partes tiene las piernas cortas, en ausencia total de legitimación, o de una idea nacionalista o una construcción ideológica aunque sea desvencijada y maltrecha.

El bravo pueblo tiene la palabra. Hasta aquí los trajo el rio.

https://www.elnacional.com/opinion/

1 comentario:

  1. Anónimo5:05 p.m.

    Y así llegamos a Maduro y al grupo de mafias enroscadas en el poder en Venezuela. Una larga secuela de elecciones cada vez más fraudulentas, fueron el sustento de legitimidad, cada vez menos real, de este régimen decadente

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