A propósito de mi exclusión del twitter, ahora X y después de una caída terrible.
Tomo prestado el título de una de mis canciones favoritas, traducido del inglés: “My Way”. (A mí manera) Sí no saben, amables seguidores, contradictorios lectores, no es una canción de Frank Sinatra. Él la popularizó, con su voz extraordinaria y, ¿le cambió el título? La canción, originalmente, francesa, se llama “Come d`habitude”, es decir “Como siempre “o, “Como de costumbre”. La traducción al inglés, me parece genial. Hecha por el cantante Paul Anka. Los compositores de la canción original, fueron los franceses: Claude François y Jacques Reveaux. La letra, original, refiere a un amor acabado. Nada que ver con la traducción al inglés o al castellano. La música maravillosa, con la letra traducida, se crece. Me encanta: ya que siempre busco hacer las cosas “a mí manera” El caso, amables seguidores, contradictorios lectores, amigos y familia adorada, que al revisar un material antiguo que pretendo publicar, recuerdo palabras de Adolfo Herrera E, (QEPD). Cuando me insistía en ser menos protagonista de mis artículos. No narrar hechos, no hacer comentarios, referidos a mí. No debía, decía Adolfo L, hacer énfasis en mis historias y anécdotas personales. Recordé, en varias ocasiones él insistía: “pareces yoista,” o hasta, “ególatra”. ¿Tendría razón? Explico qué sucede. Me siento a escribir: como si fuera a contar un cuento. Una anécdota, me encadena con una situación y la circunstancia. De allí al resto de la crónica, no hay sino un paso. Con las redes sociales se forma una alianza perfecta. Especialmente, al unirse con esa sensación y ganas de comunicar que tenemos algunas personas. Otras, no sienten interés en compartir, en comunicar. No les interesa. ¿Consecuencia de mandatos escuchados en la infancia? Tal vez. Mientras a mí, se me estimuló a participar, a hablar. En clases: había a los que gustaba participar. Existen otros, para quienes participar es una tortura. No hablemos del examen oral; y la angustia que genera en algunos/as. Como comunicadora experimento una emoción grandiosa, cuando escribo, hablo, pienso en voz alta y/o hablo conmigo misma o con los otros. La terapia más completa: escribir. Momento glorioso. La reflexión, el proceso de introspección que hago, al comunicarlo, siento la plenitud total del propósito comunicacional. ¡Ojalá muchos hayan sentido esa comunicación, verdadera comunión o puesta en común! Maravillosa. Permite darnos cuenta, de que: estoy conmigo; a veces, con él, o, ella, y, también con nosotros, al actuar en el ámbito de la comunicación interpersonal. Al hacerlo vía los medios tecnológicos, hay un encuentro más casual en ciertos momentos. Ocurre, también, que existe plenitud al reflejar las palabras escritas por mí, o, también las leídas o escuchadas por mí, de otra persona. “Hubiera dicho lo mismo”. O,” Qué bien lo expresó”. Se produce la deseada comprensión, para alcanzar el entendimiento, entre diferentes comunicantes. Tener libertad para poder ejercer la pasión comunicacional es fundamental. No se ha establecido, todavía, el Derecho de la Comunicación, en vías de lograrlo. Cuando se produzca la nueva generación de Derechos Humanos, aparecerá con el hablante, el opinador, el informante y el comunicador, legitimados y legalizados. En medio de una inmensidad de formas comunicacionales, se nos censura. No podemos hacer uso plenario de los medios al alcance. El régimen quitó a “X”. He hecho lo necesario para recuperarlo: desde el VPN y la inscripción en Protom, hasta asesoría técnica. Nada. Imposible lograrlo. Ausente en “X” y molesta al dejar de recibir el “feed back”, casi instantáneo, por lo que opino y digo. La situación me lleva a escribir esta explicación, para que, quienes me leen entiendan: estoy censurada en “X”. No puedo dar las opiniones rápidas que surgen frente a la inmensidad de acontecimientos que hay en el país, cada minuto, cada segundo.
¿Por qué el título de la canción? En efecto, como bien decía el inolvidable Adolfo: “Digo, expreso, informo y comunico a mi manera”. Rompo algunas convenciones y eso molesta siempre. A otros/as les encanta: mis amables y consecuentes seguidores. Algunos “medalaganarios”, lo que no está siempre bien; sin embargo, permite tener una existencia, conforme a nuestros deseos, sueños, imaginación y voluntad. La vida, resulta bastante más corta de lo que una se imagina, en los comienzos. He tenido una larga vida, (84 años), confieso que me habría gustado que, algunas de las décadas vividas fueran más prolongadas; por ejemplo, de los 30 a los 40, y de los 40 a los 50. Pasaron sin darme cuenta. Con angustias por la maternidad y el crecimiento de los hijos. Su adolescencia. Completar mis metas en la vida profesional, enfrentar retos y desafíos; algunos desgastantes e innecesarios, producto de envidias, manipulaciones y complejos de los demás. Evité, cuánto pude. No impidió el estrés, molestias, desagrados y mucha pérdida de energía. ¡Conflictos: innecesarios, absurdos! Hay quien continua por la misma ruta de la envidia. Deberían darse cuenta lo corto de la vida, para desperdiciarla envidiando. ¡Tanto por hacer: en vez de envidias y malos ratos! Sobreviví a esta caída: “¡Dios, menos mal lo hice “a mi manera”, gracias a este país maravilloso! ¡Venezuela! ¡Amada y deseosa de libertad y democracia!
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