La peligrosa crueldad de Putin, por Armando Martini

Rusia está perdiendo la guerra en Ucrania. De ahí las muestras de crueldad e irracionalidad en un giro feroz e inhumano

@ArmandoMartini

Rusia está perdiendo la guerra en Ucrania. Impensable aserción a comienzos de 2022. Y va mucho más allá. Las muestras de crueldad e irracionalidad quizás por un ataque de furia no justifican agresiones indiscriminadas contra civiles, a menos que esbocen un giro feroz e inhumano en una ofensiva cruel.

Los chinos, aliados históricos de la Rusia comunista y la de hoy, han reiterado su amistad en una reunión en la ciudad uzbeka de Samarcanda, exhibiendo y haciendo alarde de sus relaciones afectuosas. Sin embargo, inexplicable, no han enviado a sus hermanos ideológicos ni un proyectil. Al punto, que Moscú repone su armamento con adquisiciones al Irán fanático, violento y agresivo. Aunque incómodos, no logran modificar el tono de una guerra que confiaban ganar en días, emulando la época de la Unión Soviética.

La primera víctima de la estulta beligerancia que está cambiando la región no fue la verdad, sino las falsas apariencias. El mundo, en especial la Unión Europea, creía a una Rusia en recuperación económica y de poderío militar, resultando lo contrario. Por eso, al presentir la derrota, ataca con severidad objetivos diseñados para dañar la moral e infraestructura, enviando un mensaje de cómo proseguirá. Putin telegrafía a dónde irá cuando llegue el invierno, e intentará obligar a los ucranianos a ceder territorio.

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Chantajeando a Europa con el suministro de gas, redujo su afluente de recursos financieros, animando el cambio de suministradores, al depender solo de un proveedor para su energía. Y a pesar del costo, añaden un agravante para los rusos. Despertaron vigores entumecidos y ánimos acalambrados, que hoy destinan capitales para fortalecerse, avivando y urgiendo antipatías que estaban en pausa serena.

Casi todo lo que era el antiguo imperio europeo de Moscú, pacificado tras la caída del Muro de Berlín, es ahora una región de crecimiento económico y militar. Del otro lado, al este, donde como mínimo era árbitro, ahora conscientes de la debilidad rusa, renacen viejos conflictos entre vecinos. Que también son productores de gas y petróleo. Mientras tanto, los chinos, avanzan desde el Pacífico hacia Europa con su “Ruta de la seda”, preocupados por India, débil militarmente, pero creciente en población, industria y avances tecnológicos.

Imposible desconocer las ansiedades rusas, porque un derrumbe llevaría un caos absurdo de ignorar. Omitirlo, además de irresponsable, afectaría a muchos, incluyendo la aparición de usos “tácticos” del poder nuclear que amenaza sin rubor utilizar, aunque oleadas huyen del llamado a servir a la patria.
Vuelven los horrores del siglo XX

Los misiles se estrellan en cualquier parte, recordando el terror infligido a civiles en los inicios de la invasión, que en cierta medida había disminuido en los últimos meses, aparentando normalidad. Pero los temores regresaron con más y renovada agresividad. Recado para el mundo. No tiene la intención de ser humillado, ni admitirá la derrota. Y parece estar preparado para infligir una carnicería civil y terror indiscriminado, en señal de que no habla pendejadas.

La embestida rusa contra la ciudadanía desprotegida generó atención sobre cómo responder, luego de enviar grandes cantidades de armas y equipos bélicos a Ucrania. En una guerra con un giro sangriento tras múltiples fases estratégicas, desde la invasión hasta este ataque insensible contra civiles indefensos que recuerda los horrores de Europa en el siglo XX. Horror que pesa en las mentes de líderes políticos y militares de Europa y Washington, en reacción mezclada de repugnancia, disgusto y asombro.

La lluvia de fuego a civiles es escalofriante, pero consistente con el currículum del nuevo general ruso a cargo de la guerra, quien destruyó la ciudad de Alepo en Siria y cometió crueldades indecibles en Chechenia. En ambos lugares, se bombardearon zonas civiles y arrasó con barrios urbanizados, por ello, acusada de cometer graves violaciones de derechos humanos.

La preocupación occidental de que las agresiones podrían ser el preludio de un giro en el conflicto, y cambio en la naturaleza de la guerra. El objetivo parece ser, además de quebrar el conjunto de costumbres y normas, desatar una nueva avalancha de refugiados en Europa que podría abrir divisiones entre los aliados de la OTAN que apoyan a Ucrania. La lección de esta espantosa y absurda hostilidad resulta en lo que se ha hecho para fracturar una nación. Según Putin, sin derecho a existir. Pero que, al contrario, se ha fortalecido y unificado.

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