La elecciones de la Eurocámara redibujaron, hasta cierto punto, el mapa político de Europa y provocaron el fin de bipartidismo en el control de ese parlamento por las agrupaciones políticas de centro. Con nuevas cuotas de poder y actores vendrán cambios de dirección y política que pudieran influir en el caso Venezuela.
El 26 de mayo concluyeron las elecciones para el Parlamento Europeo, cuyos resultados muestran cambios que pudieran afectar la posición favorable de esa institución a la transformación de Venezuela. Todo dependerá de cómo se den las alianzas y se negocien las direcciones de los puestos claves en esa extraordinaria institución de 751 eurodiputados que representa a los 500 millones de almas de los 28 países de la Unión Europea (UE). 427 millones de europeos fueron llamados a votar y más del 50 % acudieron, lo cual muestra una gran motivación en el electorado. Este año votaron 8 % más que en las pasadas elecciones de 2014 y fue la mayor participación en la historia electoral de ese parlamento.
Muchos analistas esperaban cambios muy importantes. Se estimaba que los ultranacionalistas y “euroescépticos” avanzarían mucho en estas elecciones y en realidad salieron triunfadores; pero no en términos de toda la unión sino solo en algunos países como Italia y Francia. Según numerosos analistas, estos partidos habían venido creciendo en respuesta a las políticas migratorias que permitieron el ingreso masivo de refugiados. Lo importante es que esta derrota es un alivio para la permanencia de la unión, pero un campanazo de alerta para los defensores de la UE.
En cambio, más relevante ha sido el fin del bipartidismo al haber acabado con el control del parlamento por la tradicional alianza del centro político. La coalición de socialdemócratas (S&D) de centro-izquierda y el Partido Europeo del Pueblo de centro-derecha (PPE), que venían manejado la Eurocámara por décadas, perdió más de 70 escaños y con ellos su control. Y aunque siguen siendo como alianza la mayoritaria, ya no cuentan con mayoría en el parlamento, por lo que si quieren mantener ese control tendrán que incluir otros miembros en esta coalición. Claro, si la alianza se mantiene; pues hay señalamientos en el sentido de que la centro-izquierda comienza a coquetear con otros grupos como los liberales y los verdes, en lo que Frans Timmermans (líder del grupo S&D) y candidato a presidir la Comisión Europea denominó una “alianza progresista”. Esta posibilidad se abre, pues el desencanto con los partidos del centro no favoreció a los ultranacionalistas como se esperaba sino a liberales y ecologistas, que consiguieron 109 y 69 escaños, respectivamente. Y aunque esto no es suficiente como para dejar de lado a los conservadores, sí lo es para presionarlos a hacer concesiones.
En todo caso, esto supone que nuevos temas tendrán que entrar en la agenda parlamentaria y quizás podrían haber variaciones en algunas posiciones comunes en referencia a temas sensibles. Entre ellas las posiciones de la UE sobre Venezuela. La Eurocámara ha venido en más de una decena de resoluciones apoyando la lucha democrática en Venezuela, incluso han reconocido a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela. En esto una coalición entre socialistas, populares y liberales europeos ha sido muy importante.
Si esta coalición se mantiene para el caso de Venezuela poco a nada cambiaría, excepto que ahora los liberales tiene un poco más de poder y ellos tiene una posición más dura que los socialistas y que Federica Mogherini sobre lo que hay que hacer en Venezuela.
Como resultado de las elecciones, un asunto clave es la designación de nuevas autoridades, y para nosotros es clave no solo la del Presidente del Parlamento sino también el cargo de Alto Representante /Vicepresidente (para asuntos internacionales) que en este momento tienen a dos italianos: Antonio Tajani y Federica Mogherini, respectivamente. Y ninguno de los dos va a repetir. El primero es un conservador que abiertamente ha apoyado nuestras luchas; la segunda, una socialista que militó en el partido comunista y que según muchos analistas ha tendido a favorecer posturas tibias sobre Venezuela.
Una de estas acciones de Mogherini ha sido el nombramiento del excanciller de Uruguay y expresidente del BID, Enrique Iglesias, como su asesor especial para Venezuela con el fin de trabajar con la UE y el Grupo Internacional de Contacto (GIC) para ayudar “a promover una solución pacífica y democrática a la crisis en Venezuela, a través de elecciones libres y justas”. Y esto lo hace cuando sabe que su permanencia en ese cargo tiene los días contados.
Como sabemos, GIC (promovido por la Mogherini y los socialistas españoles) viene a competir con el Grupo de Lima e incluso con los EE.UU. en cuanto a lo que hay que hacer en Venezuela. El grupo está compuesto por Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Portugal, España, Suecia y el Reino Unido al que se agregan tres países de América Latina: Ecuador, Costa Rica y Uruguay.
Por ahora hay que esperar los desarrollos que se darán en esta nueva alineación de grupos políticos y sus consecuentes nombramientos en cargos claves. En todo caso, para fines de año, todas las posiciones directivas de la UE deberán haber sido llenadas.
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Como sabemos, GIC (promovido por la Mogherini y los socialistas españoles) viene a competir con el Grupo de Lima e incluso con los EE.UU. en cuanto a lo que hay que hacer en Venezuela. El grupo está compuesto por Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Portugal, España, Suecia y el Reino Unido al que se agregan tres países de América Latina: Ecuador, Costa Rica y Uruguay. Por ahora hay que esperar los desarrollos que se darán en esta nueva alineación de grupos políticos y sus consecuentes nombramientos en cargos claves. En todo caso, para fines de año, todas las posiciones directivas de la UE deberán haber sido llenadas
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