El autocrático gobierno del presidente Nicolás Maduro está intensificando fuertemente su represión contra los disidentes, emitiendo órdenes de arresto contra alcaldes opositores, dirigiendo amenazas a políticos contrarios y a ciudadanos comunes que hablan lo que piensan. Sin embargo, si se trata de enemigos de Maduro, hay una amenaza es más grande que cualquier otra.
Y sería la moribunda economía venezolana.
Esta nación suramericana está encaminada hacia el colapso económico después de una elección condenada internacionalmente el mes pasado que creó una todopoderosa asamblea constituyente leal a Maduro. Desde la votación del 30 de julio, el valor de la moneda local, el bolívar, ha fluctuado más salvajemente que nunca, una hazaña significativa para un país azotado con la tasa de inflación más alta del mundo. Como resultado, los precios callejeros de los alimentos básicos como el pan y los tomates se han duplicado en menos de dos semanas.
Nuevas estimaciones de la empresa de datos venezolana Ecoanalítica sugieren que la economía podría reducirse un 10,4 por ciento este año, exacerbando una caída consecutiva de cuatro años que algunos economistas ya califican peor que la Gran Depresión de Estados Unidos. Potencialmente más peligrosa, según los analistas, es la perspectiva de una crisis de deuda soberana, que podría llevar al país a nuevos niveles de sufrimiento económico.
Dentro de la deteriorada situación se produce el anuncio del viernes del presidente quien dijo eque no excluiría una opción “militar” en Venezuela. La espiral de la crisis económica está provocando una nueva oleada de pánico en los venezolanos, endurecidos por la crisis, quienes culpan cada vez más a Maduro.
“Fue después de la votación fue que las cosas se salieron de control”, dijo Miguel González, un jubilado de 94 años de edad, sorprendido por los precios, la semana pasada, mientras hacía compras en una tienda de comestibles de Caracas. En sólo unos pocos días, señaló, el precio del queso blanco había aumentado un 21 por ciento, mientras que la carne de guisado aumentó un 31 por ciento. Como muchos otros compradores, tenía un carro casi vacío.
El gobierno regularmente ajusta las pensiones y el salario mínimo para intentar compensar la inflación. Pero en un posible signo de arcas vacías, todavía no lo ha hecho. Mientras los venezolanos ansiosos compraron dólares estadounidenses en la semana posterior a la votación, y la moneda local se depreció 45 por ciento frente al dólar. La semana pasada, el bolívar ganó algún terreno perdido – pero los aumentos de precios en la calle se mantuvieron en su lugar.
“Esto es culpa del gobierno”, dijo González sin rodeos antes de salir de la tienda con sólo una bolsa de papas. En los alrededores, Margarita Rivero, de 62 años, que vive con el equivalente de 15 dólares al mes, soltó una exclamación de desesperación. Un kilo de carne – 2,2 libras – cuesta ahora alrededor de 2,50 dólares, o el 16 por ciento de su salario mensual.
-Dios nos salve -dijo-. Todos desapareceremos si seguimos así.
Venezuela se ha hundido en el malestar financiero a raíz del experimento socialista lanzado por Hugo Chávez, el militar izquierdista que murió en 2013 después de estatizar las minas de oro y las fábricas de arroz, entre otras empresas. Desde entonces, la economía ha sufrido un colapso mucho más profundo bajo Maduro, el sucesor ungido de Chávez, como resultado de la caída de los precios del petróleo, la mala administración y las políticas económicas fallidas incluyendo los controles de precios y de divisas.
Sin embargo, después de protestas callejeras durante cuatro meses en las que más de 100 personas murieron y miles fueron arrestados, la oposición aparece fracturada y en desorden. Los analistas dicen que la longevidad de Maduro en el cargo puede ahora depender menos de sobrevivir a un desafío opositor que de su capacidad de evadir una crisis de deuda catastrófica.
Los venezolanos ya están enfrentando el hacer colas por medio día para comprar pan y la escasez de productos básicos, desde papel higiénico a antibióticos. Pero un incumplimiento de la deuda soberana podría generar condiciones domésticas aún más duras, lo que podría dañar el apoyo de Maduro dentro de las fuerzas armadas, su última línea de defensa.
Los signos de descontento entre los oficiales de rango bajo y medio han comenzado a surgir. El domingo, un grupo de civiles y soldados, aparentemente liderados por un ex capitán, asaltaron una base militar en la ciudad de Valencia tras lanzar un video con promesas de rebelión contra el gobierno.
La economía en desmoronamiento, dicen los expertos, podría inflamar tales llamas. Y después de la votación del mes pasado, algunos analistas ven cada vez más que el impago es no sólo posible sino probable.
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