Alternativas populistas a los partidos tradicionales de centro están surgiendo en toda Europa, para desafiar la sabiduría convencional y amenazar el orden de posguerra del continente.
Este fin de semana es el turno de los votantes en Austria e Italia, quienes probablemente les den un impulso a las fuerzas extremistas antes de una serie de elecciones el próximo año.
El nerviosismo del mercado significa que si los partidos nacionalistas no disuelven la Unión Europa, una pérdida de confianza en el euro podría lograr ese objetivo por ellos.
Luego que la secuencia empezó en Gran Bretaña con la votación del Brexit en junio y el enfoque abierto de las fronteras de Europa, los migrantes y los trabajadores serán puestos a prueba de nuevo en Francia y Holanda y, el último trimestre del próximo año, en Alemania.
Las elecciones presidenciales de Austria, el domingo, demuestran todo lo que ha salido mal con el consenso occidental, que mantuvo a los extremistas y a los personajes marginales alejados del poder después del cataclismo que fraguó el hijo más abominable del país.
El electorado enfrenta una elección entre un candidato verde de izquierda y otro xenófobo de extrema derecha, después de que los candidatos de los partidos de la coalición gobernante fueron derrotados en la primera vuelta. Los dos partidos principales de centro están en un gobierno en Viena, cuya baja en la popularidad se debe a su manejo de la crisis de los migrantes el año pasado, el hecho clave que fomentó la ira en todo el continente.
Al lado, exactamente cuando Italia tuvo a su Primer Ministro de centro más dinámico en una generación, él está al borde del fracaso. La caída potencial de Matteo Renzi se la infligió él mismo, por partida doble, porque no tenía que someter sus reformas a un referéndum o apostar su cargo al resultado; una decisión que ha hecho que se lo compare con David Cameron.
Pocos referendos han dado resultados positivos en Europa en los últimos años, partiendo con las votaciones que se perdieron en Francia y Holanda en 2005, por la constitución de la UE. El cinismo aumentó cuando la respuesta fue más de la misma medicina centralizadora, pero en el formato diferente del Tratado de Lisboa.
Llegan los populistas. Difícil de definir por política quizás, excepto que manejan mensajes simples y atractivos. En Gran Bretaña fue "Retomemos el control", en Estados Unidos, "Hagamos a EE.UU. grande de nuevo", mientras que en Austria, el Partido Libertad de extrema derecha hace campaña bajo la consigna "Austria primero".
Todo encapsula el deseo de alzar los puentes levadizos y desterrar las fuerzas regionales o globales, a las que se culpa de arruinar el país.
En Italia, el Movimiento Cinco Estrellas está esperando aprovechar el colapso del gobierno de Renzi, mientras que el Partido Libertad de Austria está a la cabeza de las encuestas de opinión antes de las elecciones que están programadas para 2018 y que se podrían precipitar fácilmente y sumar al juego de la montaña rusa del próximo año.
El modelo de gobierno europeo de posguerra, tanto en Bruselas como en las capitales nacionales, estaba a favor del régimen de coalición de los partidos que buscaban el consenso. Su fracaso en proporcionar resultados a los millones de votantes desilusionados los ha llevado a abandonar el centro y buscar respuestas en otras partes.
Este fin de semana es el turno de los votantes en Austria e Italia, quienes probablemente les den un impulso a las fuerzas extremistas antes de una serie de elecciones el próximo año.
El nerviosismo del mercado significa que si los partidos nacionalistas no disuelven la Unión Europa, una pérdida de confianza en el euro podría lograr ese objetivo por ellos.
Luego que la secuencia empezó en Gran Bretaña con la votación del Brexit en junio y el enfoque abierto de las fronteras de Europa, los migrantes y los trabajadores serán puestos a prueba de nuevo en Francia y Holanda y, el último trimestre del próximo año, en Alemania.
Las elecciones presidenciales de Austria, el domingo, demuestran todo lo que ha salido mal con el consenso occidental, que mantuvo a los extremistas y a los personajes marginales alejados del poder después del cataclismo que fraguó el hijo más abominable del país.
El electorado enfrenta una elección entre un candidato verde de izquierda y otro xenófobo de extrema derecha, después de que los candidatos de los partidos de la coalición gobernante fueron derrotados en la primera vuelta. Los dos partidos principales de centro están en un gobierno en Viena, cuya baja en la popularidad se debe a su manejo de la crisis de los migrantes el año pasado, el hecho clave que fomentó la ira en todo el continente.
Al lado, exactamente cuando Italia tuvo a su Primer Ministro de centro más dinámico en una generación, él está al borde del fracaso. La caída potencial de Matteo Renzi se la infligió él mismo, por partida doble, porque no tenía que someter sus reformas a un referéndum o apostar su cargo al resultado; una decisión que ha hecho que se lo compare con David Cameron.
Pocos referendos han dado resultados positivos en Europa en los últimos años, partiendo con las votaciones que se perdieron en Francia y Holanda en 2005, por la constitución de la UE. El cinismo aumentó cuando la respuesta fue más de la misma medicina centralizadora, pero en el formato diferente del Tratado de Lisboa.
Llegan los populistas. Difícil de definir por política quizás, excepto que manejan mensajes simples y atractivos. En Gran Bretaña fue "Retomemos el control", en Estados Unidos, "Hagamos a EE.UU. grande de nuevo", mientras que en Austria, el Partido Libertad de extrema derecha hace campaña bajo la consigna "Austria primero".
Todo encapsula el deseo de alzar los puentes levadizos y desterrar las fuerzas regionales o globales, a las que se culpa de arruinar el país.
En Italia, el Movimiento Cinco Estrellas está esperando aprovechar el colapso del gobierno de Renzi, mientras que el Partido Libertad de Austria está a la cabeza de las encuestas de opinión antes de las elecciones que están programadas para 2018 y que se podrían precipitar fácilmente y sumar al juego de la montaña rusa del próximo año.
El modelo de gobierno europeo de posguerra, tanto en Bruselas como en las capitales nacionales, estaba a favor del régimen de coalición de los partidos que buscaban el consenso. Su fracaso en proporcionar resultados a los millones de votantes desilusionados los ha llevado a abandonar el centro y buscar respuestas en otras partes.
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