En las escuelas de Petare, numerosos niños de ambos sexos se inician en la actividad sexual a los 10 años. De 70 centros de educación sexual infantil que existían en 2005, solo quedan 47. El 40 por ciento de las embarazadas no recibe control prenatal. Para 2015, 25 por ciento de las parturientas eran niñas o adolescentes, buena parte víctimas de violaciones.
En otras palabras, bebés pariendo bebés, que en un 42 por ciento de los casos crecen sin sentir jamás la presencia de un padre. Parturientas casi impúberas que cambian la muñeca de trapo por la realidad de carne y hueso. Y los subsidios (misión “Madres solteras”, “Hijos de Venezuela”, para madres menores de 18 años) lo que hace es empeorar la situación.
Como daño colateral está el aumento de la mortalidad materna. En Venezuela deberíamos tener solamente 20 muertes maternas por año, y en 2012 (última cifra oficial) tuvimos 416, un aumento del 30 por ciento con respecto a 1998. Y ni hablar de la tasa de mortalidad neonatal que en 2015 aumentó en 50 por ciento.
Los sobrevivientes tienen que enfrentarse a la inexistencia de fórmulas lácteas, pañales, jabón, champú para bebé, compota y lo peor, la tragedia de la escasez de medicamentos oncológicos, de antibióticos y los niveles crecientes de malnutrición (este año 30%) que los hacen “flojos” y susceptible a las infecciones.
Después, el fracaso del sistema educativo. Un millón no concurre al colegio (están "bachaqueando"). Por muchos “Simoncitos” que existan, los niños no asisten. Hay aproximadamente 15 mil escuelas básicas y apenas cinco mil liceos. La deserción en bachillerato es de 70 por ciento. Las materias castellano, física, química, matemática, biología e inglés cuentan con un déficit de 40 por ciento de educadores, de los cuales, 130 mil no tienen título. El Gobierno socialista quiere la patria potestad de los menores para hacerlos soldados de la patria. Que oiga quien tiene oídos…
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