Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

domingo, 22 de mayo de 2016

De tarambanas - AMÉRICO MARTÍN

Una cuidadosa lectura del Decreto de Estado de excepción y Emergencia Económica dictado el 13 de mayo por el presidente Maduro (“en consejo de ministros”, le gustaría enfatizar) induce a preguntarse quiénes lo redactaron y cómo calificarlos, dadas la ruindad de los considerandos y la relativa liviandad de las disposiciones que se supone son su consecuencia.

“Tarambanas” llama el DRAE a las personas alocadas y de escaso juicio, y aunque los redactores del mencionado Decreto se atienen fielmente a la voluntad del Gobierno, su texto muestra una curiosa desarmonía entre considerandos y dictados.

Aquellos son hijos de la desordenada pasión y éstos del temor a bajar a lo que Dante llamó “el ciego mundo” de desnudas revelaciones y la sensación de que todo está perdido. La pasión de los considerandos se encarna en un lenguaje de juicios estridentes en tanto que la atmósfera algo más prudente de los dictados refleja pavor, por lo que pasaría si esa pasión se desborda.

En los considerandos se entrevé la causa del hondo fracaso del modelo madurista y su renuencia a rectificar, como lo aconseja la razón. Es una relación de culpas de los demás y de inocencia propia. Pero ya es sintomática la anomia que evidencian cuando no mencionan culpas, ni identifican culpables. No dan nombres ni precisan situaciones. Conjeturas y arbitrarias indirectas, pero nada que autorice a fundar una impugnación.

El primer considerando alude a “algunos sectores políticos nacionales aliados con intereses extranjeros”. ¿Cuáles son? ¿Qué decir de la “alianza” con quién del extranjero?

El cuarto considerando habla de actitud desestabilizadora de “ciertos sectores privados”. Otro mete el bachaqueo en la olla de “ciertos” agentes económicos auspiciados por ese invisible “extranjero” afanado en preparar la inminente invasión. El ataque nos ha aturdido durante 17 años, sin concretarse jamás.

Los tarambanas exculpan al Gobierno. Colas, inflación, irritación de la gente, son “inducidas” por el enemigo. Crimen callejero, crisis, pobreza sin precedentes, desabastecimiento y fétida corrupción. Es la guerra económica conducida desde un extraño anonimato, pese a que no se entienda por qué, jurando el Gobierno tener “pruebas irrebatibles”, no las haga públicas.

El Niño es la nueva lagartija eléctrica y la AN, castrada de atribuciones constitucionales y resistiendo corajudamente, ya no es víctima sino victimaria del desvergonzado poder.

Quedamos a la espera del zarpazo: el “Dicto” de Maduro. ¡Sorpresa! Son disposiciones repetitivas del desportillado modelo, envueltas en papel chillón. No “profundizan” el desteñido socialismo. No rematan la sugerida abolición de la AN, cuya valiente resistencia sigue. No descartan pero tampoco expropian empresas para “enfrentar” la hiperbólica guerra, ni declaran inconstitucional el RR. ¿Acaso nuevas detenciones? ¿Pero dónde capturar a unos indocumentados llamados “Cierto” y “Algunos”?

La MUD empuja mientras el otro le ladra a la luna. El Decreto es abominable mas no “golpe final” porque la alternativa democrática tiene músculo y los antagonismos del régimen parecen propagarse a la oficialidad superior de la F.A.N. Sin embargo, no se atreven a dialogar pese a que, por holgada mayoría, la oposición es el factor fundamental del cambio democrático, sin retaliaciones, en paz y convivencia.

Créame señor, dialogar es mejor que la contumacia en el disparate, más ahora con el desastre del país proyectándose al infinito universo.

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