Al hablar del imperio se está haciendo referencia al súper poder de EE UU, reconocido como la primera potencia mundial, tanto por su poderío militar como por su dominio del comercio, imponiendo el dólar como moneda internacional para todas las transacciones comerciales que se realizan entre los países; y por si fuese poco por su indiscutible capacidad para financiar proyectos de gran envergadura a través del Fondo Monetario Internacional y del Banco Interamericano de Desarrollo.
Todo en dólares, por supuesto, y los cuales entregan en efectivo, maquinarias, equipos y demás materiales “made in USA”. Se supone que para la recuperación de esos créditos existe algún mecanismo que obliga al país deudor a pagar con la materia prima que explota o produce, como el petróleo, por ejemplo.
¿Y el Brics qué es? Bueno, va a ser un fondo monetario grandísimo, creado por Brasil, Rusia, India, China y Sur África, con el deliberado propósito de quitarse de encima la influencia y el dominio del imperio yanqui.
El objetivo entonces es crear y desarrollar sus propios proyectos, con sus propios recursos y con su propia tecnología, para así poder competir con el imperio, ya que siendo países en la etapa de economías emergentes, no ocultan sus deseos de instaurar sus propios imperios ¡el quítate tú pa’ ponerme yo! como lo están demostrando con mucha diligencia y satisfacción los chinos y los rusos.
Para los países como el nuestro, con una economía estancada y deficiente, dependiente de la explotación petrolera, pero con equipos y tecnología extranjera; con una población tragona y derrochadora, le es sumamente cuesta arriba zafarse del consumismo y de la importación de alimentos, medicinas y todo lo que requiera su población, por la sencilla razón de que no somos inventores de nada, ni fabricantes de maquinarias y carecemos de una tecnología auténtica y propia; tampoco contamos con el capital suficiente para desarrollarnos con fuerza y convertirnos en una potencia.
En el exterior se burlan de nosotros diciendo que a pesar de que vivimos en un país riquísimo no tenemos nada, y lo único que producimos son reinas de belleza, malandros al por mayor y políticos pico de oro.
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