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Como se sabe, la defensa del "gendarme necesario" emprendida por Vallenilla Lanz estaba directamente referida al régimen de Juan Vicente Gómez; pero, por lo que toca al subcontinente, es fácil hallar las raíces de ese argumentario en los discursos del propio Simón Bolívar. Al embestir la Convención de Ocaña y someter el gobierno de Colombia a su dictadura personal, el libertador, imitando las razones de Bonaparte durante el 18 brumario, invocaba los peligros de que se hallaba cercada la República y el inminente riesgo de fractura social; de modo que la férula militar se presentaba como un remedio impostergable para atajar el desastre y para reconducir la vida del Estado a la concordia y a la legalidad. Lejos de condenar esta resolución, la memoria patria ha visto en ella una prueba del sentido de la responsabilidad con el que Bolívar había asumido su misión histórica; y a la misma indulgencia se han acogido todos los golpes de Estado que luego ha sufrido Venezuela, y que, lógicamente, no se dan nunca en nombre del despotismo sino antes bien de la justicia y la democracia: en ello no se diferenciaron el dirigido en 1945 por un líder civil como Rómulo Betancourt (para derrocar un gobierno ampliamente tolerante que sin embargo no había sido elegido en las urnas) y el que intentó en 1992 el teniente coronel Hugo Chávez Frías (contra un presidente votado popularmente pero que, desde su punto de vista, había quedado deslegitimado tras la aplicación de políticas "neoliberales").
América Latina, y en general el mundo (a pesar de lo que se está viendo, por ejemplo, en Egipto), parecen escarmentados de la tesis del gendarme necesario, después de una larga lista de tiranos que se jactaban de presentarse como los protectores de sus naciones al tiempo que las mantenían subyugadas a terribles dictaduras. Sin embargo, la revolución, entendida como derecho de los pueblos al ejercicio de su legítima defensa, sigue siendo una categoría no ya sólo aceptada por la opinión pública, sino por los propios instrumentos del Estado democrático. Así, la Constitución venezolana hoy vigente dispone en su artículo 350: "El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos". Es evidente que dentro del pueblo caben todos los ciudadanos "investidos o no de autoridad" -como se aclara en el artículo 333-, con lo cual no se excluye la participación de las Fuerzas Armadas. Pero, y si pueden éstas dar un paso al frente (quizá porque sean las únicas en condiciones de darlo), ¿cómo se hace para no autorizar con ello, irresponsablemente, el golpismo militar?
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El Zulia no es republica Ni Partido político ... Es un Estado de la República de Venezuela...
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