Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Nuestro Alcatraz / Douglas Zabala

Según cuentan los que cuentan esas cosas de la historia patria, fue Bolívar, quien por primera vez le dio utilidad de carácter público a nuestra actual Isla de Providencia, aquel 1828 cuando promulgó el decreto donde ordenaba el levantamiento del Leprocomio, en ese pedacito de tierra conocida entonces como la isla de Los Burros. De tal forma que si la “criminóloga” Iris Valera, piensa que se la está comiendo con el anuncio de convertir ese reservorio natural para el turismo, en un sitio de aislamiento a quienes caen en el delito, hasta el mismísimo libertador, hoy en día se lo reprocharía, por su cierto tufillo a campo de concentración fascista, del socialismo del siglo XXI.

En su desespero por ocultar la realidad de esta crisis penitenciaria, surgida de una población penal, cuya edad promedio tendría apenas unos 10 años, cuando se inicio la era chavista de la administración de justicia; a la comandanta del Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario, no se le pudo ocurrir mejor idea que terminar aplastando el viejo sueño del Padre Gustavo Ocando Yamarte, de convertir aquel sitio donde durante más de un siglo habitó la exclusión y el aislamiento de seres humanos, en un centro donde los niños del Zulia, pudieran descansar aprendiendo en su Isla de sueños y fantasías.

Nadie niega como una decisión acertada por parte del gobierno nacional y su ministerio de prisiones, el haberle quitado a los vecinos de Sabaneta, el martirio de las balas perdidas y los motines recurrentes del desaparecido penal, pero eso de transformar a esta islita, en la Penitenciaria Nacional de Occidente, nos obliga a remontarnos a los viejos temores generados por otras islas venezolanas, trocadas en centros penitenciarios. No en balde, nuestro José Vicente Abreu, definió a la cárcel perejimenista de Guasina, como el lugar donde el rio perdió las siete estrella de la patria.

Si la terrible y mal recordada prisión de Sabaneta será convertida en una escuela de régimen penitenciario, es otra decisión aplaudible, no sólo por los vecinos de nuestra ciudad, sino por todo un país aterrado, asediado y victima de una violencia criminal, que viene cobrando un promedio de 50 venezolanos asesinados diariamente. Ahora bien, cual es la porfía de transformar un ambiente propicio para el tan necesitado turismo zuliano, en un gran depósito y confinamiento de seres humanos, cuando el país viene de clausurar la Gomera y Bentancuriana cárcel de la Isla del Burro, allá en el lago de Valencia.

Desde los tiempos cuando nuestro Eduardo López Bustamante, fue a parar con su diario El Fonógrafo y sus huesos, a las mazmorras en que había convertido Juan Vicente Gómez, el Castillo de la Isla de San Carlos, aquí a nadie se le había vuelto ocurrir la nefasta idea de transfigurar una porción de nuestro territorio insular zuliano, en otra galera como la anunciada por nuestra flamante ministra, incapaz de meter en cintura a los pranes, carros y presos armados hasta los dientes, quienes durante su gestión, han provocado el asesinato de 739 privados de libertad.

Aquí todos coincidimos en la necesidad de aplicar una adecuada política penitenciaria, capaz de devolver a los que caigan en chirona, a su deseada condición de ciudadanos ejemplares, pero teniendo el Zulia 49.890 km2 de tierra firme, cual es el empecinamiento en no conformase con la terrible contaminación sufrida por nuestro lago, en un siglo de explotación petrolera, para que ahora vayamos a decretar este pequeño islote, no como zona de interés turístico nacional, sino como nuestro Alcatraz, una vez que en tierra del imperio, hace tiempo decidieron sepultar para siempre, aquel terrorífico pandemonio carcelario.  

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