Un preocupante indicador de la degradación moral que padecen
En mis ya lejanos tiempos de estudiante de planificación el término era visto con recelo, pues se lo vinculaba al socialismo: pese a Keynes y al New Deal roosveltiano, en muchas esferas de la sociedad e incluso del mundo académico el concepto de plan tendía a teñirse de rojo, confundido con un estilo único, el de la planificación centralizada a la soviética. Quizá un tanto infantilmente, muchos promotores de la planificación procuraban conjurar el prejuicio por medio de un cambio de término, proponiendo el de programación.
Con el tiempo las cosas han cambiado y la planificación ha alcanzado una legitimidad universal: si bien no siempre se la aplica en todos los ámbitos, es difícil conseguir una ciudad y hasta una empresa que ignore el plan. Por eso llama tanto la atención que el autodenominado socialismo del siglo XXI haya prescindido de la idea de planificar y actúe a partir de la improvisación constante.
El término, y eso con dificultad, sobrevive apenas en la retórica pese a que se comenta que el Ministro más poderoso es el de Planificación y Finanzas, cargo desempeñado durante la casi totalidad de los 13 años del régimen por quien en una época presumía de teórico en la materia. Se llegó incluso, dicen, a crear una Escuela Venezolana de Planificación replicando de algún modo el Cendes-UCV, casa de origen del Ministro, la cual habría sido dotada de sede propia expresamente diseñada, cosa que no han logrado ni las universidades bolivarianas, todas embutidas en edificios existentes proyectados para otros fines. Pese a ello los planes no se ven, salvo como maniobras diversionistas puntuales como en La Carlota.
¿Por qué ese abandono de una de las más sólidas tradiciones del socialismo real, la única que le permitió logros de significación? Más allá del estilo del caporal mayor, un improvisador confeso, es de temer que la razón resida en una incompetencia estructural de sus personeros. Para comprender la realidad y más aún para transformarla.
UCV: habiendo hecho mención al ministro Giordani, es forzoso referirse al innoble silencio que, junto a los demás altos exponentes del chavismo que hicieron carrera en la UCV, guarda ante los salvajes atentados a que han venido sometiendo a su Alma Mater pandillas de inocultable filiación gubernamental. Un preocupante indicador de la degradación moral que padecen. EL UNIVERSAL
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