Hace sólo cuatro años, el banquero de inversiones energéticas tejano Matthew R. Simmons fue tachado de alarmista cuando dijo que el barril de petróleo podría llegar a US$ 180. Hoy, el precio ha sobrepasado los US$ 140 y los analistas hablan de US$ 200 en un futuro nada lejano.
En 2004, el valor promedio anual fue de US$ 41,41 y sólo dos años más tarde saltó a US$ 66, según la Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés).
Pero el alza no ha estado acompañada de una mejora en la gestión en el grueso de las petroleras del ranking de Las 500 Mayores Empresas de América Latina de AméricaEconomía. El sector vive una economía boyante, pero atraviesa un período políticamente vulnerable.
Desde hace ya unos años, la brasileña Petrobras (Nº 2 en el ranking) ha dado muestras claras de que la fórmula es sencilla: mayores inversiones atraen más rendimientos. Pero la venezolana PDVSA (Nº 3) continúa enfrascada en problemas de inversión en exploración y producción. Además, sus recursos se destinan al financiamiento de la agenda socialista del presidente Hugo Chávez.
En México, finalmente el gobierno y la sociedad civil se sentaron a discutir el futuro de Pemex (Nº 1). Sin embargo, el debate se ha politizado y alejado de las soluciones técnicas que demanda la paraestatal (ver Petróleo a la deriva)
Sin duda, éste será un año de decisiones cruciales. "Los países petroleros de la región podrían tener un futuro maravilloso en relación a su condición en el sector, pero eso dependerá de las políticas que aprueben hoy", dice Adriano Pires, director del Centro Brasileño de Infraestructura (CBI), consultora en energía con sede en Rio de Janeiro.
Petrobras escaló de la tercera a la segunda posición en el ranking y en menos de un año atrajo la atención mundial gracias al descubrimiento de los campos petrolíferos en el océano Atlántico. Con ello, podría sumar reservas por hasta 60.000 millones de barriles de crudo.
No sólo eso, los nuevos hallazgos le permitirían a Brasil reducir significativamente su dependencia del gas natural, especialmente los 30 millones de metros cúbicos diarios que importa de Bolivia, donde la falta de inversiones también preocupa. El gobierno boliviano ya admitió que la producción de gas llegó a su tope debido a la falta de nuevas inversiones tras la nacionalización de los hidrocarburos que el presidente Evo Morales decretó en 2006.
Argentina también está resintiendo las fallas en Bolivia. El suministro del gas de ese país es insuficiente para paliar el déficit interno. En la nación argentina no se han hecho inversiones en el sector energético en los últimos años, así que se ve obligada a reducir el gas que exporta a Chile cuando sube su demanda interna.
Pero en Brasil la situación es diferente. Sin contar los recientes hallazgos, que aún están en fase de exploración, Petrobras estima que su producción pasará de los actuales 1,85 millón diario a 2,81 millones en 2015. Considerando que para esa fecha la demanda local está estimada en 2,3 millones de barriles por día, Brasil tendrá cerca de 500.000 barriles de excedentes para exportar. "Creemos que para 2020 seremos una de las cinco mayores empresas integradas de energía en el mundo", dice José Sergio Gabrielli, presidente de Petrobras.
¿Y el dinero?
Al final de cuentas, las tres grandes petroleras latinoamericanas necesitan una mayúscula inversión para exploración, refinación y producción de energéticos. La pregunta es cómo conseguirá cada una los recursos. Marisol Rueda / America Economia
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