Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

viernes, 19 de enero de 2007

Chávez cuestiona modelo bolchevique de partidos de URSS

El presidente Hugo Chávez aseguró que su modelo político de "Socialismo del Siglo XXI" está lejos de las llamadas democracias populares del antiguo modelo soviético de Europa Oriental, que fracasó "porque no le dio poder al pueblo".
En una corta entrevista con Efe a su llegada a Brasil para participar en la Cumbre de Presidentes del Mercosur, el presidente venezolano afirmó que se propone construir un modelo socialista propio.
Los países de Europa Oriental "estuvieron impactados por el modelo soviético, que comenzó mal instalando un modelo bolchevique de partidos", dijo Chávez, al destacar lo que definió como diferencias entre su proyecto y las lecciones de la Historia.
"El modelo soviético no fue capaz de llevar a los trabajadores y al pueblo al poder. En una democracia, en un socialismo auténtico, hay que darle el poder al pueblo", afirmó el mandatario venezolano.

El presidente , se la pasan hablando de una gerencia humanista y del socialismo del siglo XXI, pero eso es mentira, porque si no, no le quitarían los beneficios a la fuerza laboral.
Entonces si estamos hablando de poder popular, tenemos que hablar de poder de los trabajadores.


Aqui una version seria del fracaso del modelo sovietico

Por qué fracasó el socialismo real Héctor Silva Michelena Tal Cual digital

Se suele aceptar que ese fracaso se debió a la conjunción de tres características que les eran propias: 1) la asignación de los bienes por parte de un aparato administrativo, que eliminaba la competencia entre productores; 2) el control directo de las empresas por unidades políticas; y 3) falta de libertad y democracia. Pero esta identificación de problemas no explica los fracasos; hay que descubrir el mecanismo que estorbaba el desarrollo económico. Varios autores, como John E. Roemer, aludían a la relación entre dirigencia y agentes como un serio problema para las economías de tipo soviético (esto se llama también la relación principalagente). Los socialismos se enfrentaron a este problema en tres tipos de relaciones económicas: la de ejecutivos y trabajadores, la de planificadores y ejecutivos empresariales y la del público con los planificadores. Todos partieron de la concepción utópica de que no se necesitaban incentivos económicos para resolver este problema; sin embargo la coherencia esperada funcionó muy poco. Lo hizo bien entre 1950 -1970, y las economías respondieron al finalizar la guerra y mejorarse la planificación. Por eso se requiere reformular la explicación. La conjetura en boga es que lo que varió fue la dependencia del crecimiento> del bienestar económico respecto del cambio tecnológico. En la posguerra aumentó el ritmo del crecimiento por la necesidad de reconstrucción sin innovaciones. Cosa que terminó hacia los años 80. Se dependía ya mucho más de la innovación tecnológica, que el socialismo fracasó en crear e introducir. La verdad es que, sin la competencia en los mercados –tanto nacionales como internacionales ninguna empresa está obligada a innovar, y sin la motivación de la competencia no hay innovación, al menos al ritmo conseguido por las economías de mercado. La cuestión para el socialismo es, pues, si se puede diseñar un mecanismo económico que permita la innovación tecnológica, pero que inhiba la evolución de una distribución típicamente capitalista de la renta. Dicho más concretamente: ¿puede fomentarse una competencia entre las empresas que impulse la innovación sin un régimen de propiedad privada de los medios de producción? Esta cuestión es vital, pues hasta el presente no se han observado procesos innovadores como fenómeno genérico, multisectorial, en una economía aparte de los que ha conseguido fomentar la competencia. En Venezuela, Chávez y sus acólitos han anunciado la implantación de una economía socialista, para la cual identifican cinco motores que conoce bien la opinión, el principal de ellos una nueva ley habilitante, que convertiría a un solo hombre en el creador de un nuevo modo de vida que duraría por siempre. No se menciona en absoluto el papel del mercado ni de la innovación, principales motores de una economía socialista de mercado en libertad. Nos espera entonces un totalitarismo militar y de partido único, idéntico a aquellos que fracasaron. ¿Quién pagará los costos?

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