miércoles, 5 de noviembre de 2025

Ovidio Pérez Morales: Actualidad del Concilio Plenario



Un Concilio, como el Plenario de Venezuela, no se realiza para un corto período de tiempo. Tuvo, en efecto una preparación de cuatro años y sesiones anuales en seis. Participaron, además de una cuarentena de obispos más de doscientos miembros de los varios sectores de la Iglesia. Produjo diez y seis documentos sobre las seis dimensiones de la evangelización. Algo clave: se tejió en torno a la línea teológico-pastoral de comunión, descubierta por Puebla y precisada técnicamente por el Episcopado venezolano para el CPV.

Y ahora que el tema de la sinodalidad está sobre el tapete, se debe recordar que nuestro Concilio constituyó un ejemplo claro de procedimiento sinodal, conscientemente buscado, como lo explicitó la Conferencia Episcopal dos años antes de iniciarlo:

En el Concilio Plenario la Iglesia ahondará en su identidad de Pueblo de Dios, corresponsable todo él de la misión evangelizadora. Por eso, el Concilio concierne, en una u otra forma, a todos los católicos, a quienes ha de animar y comprometer.

Si los Obispos hemos convenido celebrar un Concilio es porque no queremos tomar decisiones aisladamente. Compartiendo oración, experiencia, información, reflexión y diálogo con el mayor número de hermanos y personas de buena voluntad en la nación, deseamos ejercer nuestra responsabilidad episcopal en un amplio marco de comunión y participación. Por ello solicitamos y agradecemos, desde ahora, toda la colaboración que se pueda prestar al Concilio, en todos los sectores, niveles e instancias eclesiales.

Exhortamos, pues, vivamente, a todos los católicos, como miembros del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, a entrar de lleno en el Concilio. Invitamos especialmente a los sacerdotes y diáconos, a los religiosos, a los jóvenes, a las familias y movimientos apostólicos, a que cooperen con generosidad y entusiasmo con el Concilio, en los trabajos o formas que se les proponga y mediante todas aquellas iniciativas que crean oportunas para tal fin. Nadie debe considerarse extraño o no invitado. El proceso conciliar nos compromete a todos a trabajar con gran alegría y esperanza (Carta Pastoral Guiados por el Espíritu Santo, 10.01.1998).

A veinticinco años de concluido el Concilio es obvio que, con toda su vigencia, requiere sin embargo una actualización (aggiornamento) en puntos salientes que no se planteaban -al menos con fuerza- por entonces. Pero lo cierto es que el cuerpo teológico-pastoral del CPV permanece válido y de necesaria puesta en práctica. Pensemos, por ejemplo, en la indispensable conversión eclesiológica (CVI 5), el giro copernicano en catequesis (Cat 55), la sectorización de las parroquias (ICM 79), el protagonismo de los laicos (LCV 3) y el compromiso cristiano hacia una nueva sociedad (PPEV 90).

Las bodas de plata del inicio del CPV interpelan a su razonable y obligante puesta en práctica. Será, por cierto, el modo más apropiado de aplicar la sinodalidad a nivel nacional, evitando que ésta se quede sólo en refulgente lema y en escena de una serie. Su interpretación como efectiva categoría acompañante de la comunión (LTP) dará así apreciables frutos.

2025 ha abierto la celebración del XXV aniversario, que cubrirá también el próximo quinquenio. Es tiempo oportuno para el obligante aprovechamiento de la asamblea conciliar. La onda sinodal podrá así ser encauzada eficazmente en nuestro país, tanto en metodología como en espíritu y contenido.

https://www.costadelsolfm.org/

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