
Democracias al servicio del crimen organizado de dictaduras del socialismo del siglo XXI que someten la libertad y soberanía de los pueblos con narcoestados, terrorismo y crímenes. Como parte de la subordinación a la dictadura de Cuba, los presidentes y gobiernos de Brasil, México y Colombia se han convertido en serviles de la delincuencia organizada transnacional sosteniendo al Cártel de los Soles que usurpa el poder en Venezuela.
Un “gobierno paradictatorial es dirigido por un presidente elegido en un país con democracia que sirve a regímenes dictatoriales para contribuir a su sostenimiento con acciones de legitimación y apoyo, incumpliendo obligaciones jurídicas internacionales y en perjuicio de los propios intereses nacionales”. Es el caso de Lula da Silva en Brasil, López Obrador y Sheinbaum en México y Petro en Colombia, serviles al sistema dictatorial que bajo mando de Cuba ha llevado la delincuencia organizada a detentar el poder en Venezuela con Chávez y Maduro, Nicaragua con Ortega y Murillo, Bolivia con Morales y Arce, y Ecuador con Correa.
El apoyo de Lula, Sheinbaum y Petro a las dictaduras de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia viola normas obligatorias de la Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José, la Carta Democrática Interamericana, la Convención de las Naciones Unidas contra la delincuencia organizada trasnacional o Convención de Palermo y más, mientras intentan dar sustento ideológico e imagen política a la comisión de crímenes como el narcotráfico, el terrorismo, el crimen trasnacional, las migraciones forzadas, el tráfico de personas y múltiples expresiones de guerra híbrida que dañan a sus propios pueblos.
Las acciones de Lula da Silva, Sheinbaum y Petro, que pretenden presentar como de soberanía, solidaridad o antiimperialistas, son delitos en las jurisdicciones de cada uno de sus países. Cuando un ciudadano hace apología del delito en Brasil, México o Colombia está cometiendo un delito, lo mismo que cuando protege a narcotraficantes y terroristas, o los encubre, o si utiliza recursos del Estado para sostener a individuos que violan derechos humanos, torturan, asesinan y trafican. En el caso de los gobernantes es traición a sus intereses nacionales.
Delitos agravados por la evidencia de que son “retribuciones” motivadas por el financiamiento de campañas electorales y la recepción de dineros como lo ha jurado el exjefe de inteligencia de Hugo Chávez, Pollo Carvajal señalando a Lula, Petro y más. El exsubsecretario del Tesoro de Estados Unidos para el financiamiento del terrorismo Marshall Billingslea afirma que Nicolás Maduro pagó campañas electorales en varios países de Latinoamérica: “dinero corrupto de Venezuela en la campaña de Petro… se ha encontrado dinero en México, en Brasil..”
El más reciente esfuerzo de Lula da Silva, Sheinbaum y Petro se concentra en la defensa del grupo criminal que ha usurpado la soberanía y detenta el poder en Venezuela, el Cártel de los Soles integrado por reos buscados por la justicia de Estados Unidos. Los tres mandatarios a nombre de Brasil, México y Colombia mantienen relaciones diplomáticas normales con Nicolás Maduro y su régimen, lo han reconocido explícita e implícitamente y lo protegen ganando tiempo y buscando negociaciones para sostenerlo.
Lula da Silva se ofreció como “mediador entre Estados Unidos y Venezuela”, y la sola propuesta busca reconocer al Cártel de los Soles como sujeto de derecho internacional, dando al grupo criminal condición de contraparte y de igualdad con la democracia. Con el pretexto de mantener la paz en Suramérica, Lula fundador y jefe del Foro de Sao Paulo, único jefe vivo del socialismo del siglo XXI que fundó con Castro y Chávez, con los que además organizó el ”lava-jato”, se juega por narcoterroristas que son la base de la inseguridad en Brasil como acaba de probar el “Comando Vermelho” en Río de Janeiro.
Sheinbaum a nombre de México ha reconocido al gobierno de Maduro usando como coartada “la autodeterminación de los pueblos”. Luego ha declarado que “México no tiene pruebas que vinculen a Maduro con el narcotráfico”, defendiendo al Cártel de los Soles frente a la fiscal de Estados Unidos. En la misma estrategia intentada por Lula para proteger a Maduro y su cártel, “reiteró la postura de México de respetar la autodeterminación de los pueblos, el no intervencionismo y la solución pacífica de controversias”.
Petro dio respaldo militar a Maduro cuando el 10 de agosto de 2025 escribió: “Transmito públicamente mi orden dada, como comandante de las fuerzas armadas de Colombia. Colombia y Venezuela son el mismo pueblo, la misma bandera, la misma historia. Cualquier operación militar que no tenga aprobación de los países hermanos es una agresión contra Latinoamérica y el Caribe…”. Luego, defendiendo a narcos, acusó a Estados Unidos de asesinato y fue señalado por Trump como “un líder del narcotráfico”, logrando graves sanciones contra Colombia.
Los presidentes paradictatoriales no pueden ser impunemente defensores de la delincuencia organizada transnacional.
Artículo publicado en infobae.com
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