
Lo que deseo expresar en los próximos párrafos no es un manual de comportamiento humano sino, el convencimiento de que podemos hacerlo bien y sentirnos satisfechos de darle sentido a nuestra vida terrenal. Para hacer el bien y no el mal Dios nos puso en este mundo. Por lo que, hacerlo bien es cuestión de convencimiento personal, buena fe y voluntad, lo cual comienza desde tu entorno más íntimo: tu cuerpo y tu alma y ha de expandirse hacia la familia, los amigos y, en general, hacia todos y todo lo que te rodea.
Siembra y cuida las plantas para que veas bellas flores y coseches valiosos frutos. Lo disfrutarás porque son producto de tu esfuerzo. Si tienes mascotas, trátalas bien, aliméntalas adecuadamente y prodígales cariño y serás recompensado con su alegre cercanía y fidelidad. Si estas dedicado a la cría de animales debes hacerlo con conciencia ecológica y humanitaria, ellos lo agradecerán mientras vivan y al final, proveerán alimentos y otros productos de buena calidad.
La ganancia monetaria debe ir acompañada de la satisfacción espiritual y el beneficio de una mejor calidad de vida para ti, tu familia y todo el entorno. Si eres empresario, no bases tu éxito en la explotación irracional de los recursos, son finitos y muchos no renovables. Las tasas de retorno justas se consiguen cuando se actúa con justicia y responsabilidad, especialmente con el ambiente y con quienes te acompañan y te apoyan en tu emprendimiento.
Los empleados bien tratados son solidarios, se identifican y generan un sentido de pertenencia con la empresa que les da cobijo. La hacen parte integral de sus vidas. La salud y las posibilidades de mejoramiento laboral y profesional de los trabajadores es esencial para su buen desempeño. Lo que se traducirá en ganancias de toda índole. El empleado mal tratado genera ineficiencia y hasta saboteo. El lema ganar-ganar no surgió de la nada sino de experiencias seculares en el ámbito empresarial y comercial.
En cuanto a lo ecológico, es muy importante generar productos y servicios tan amigables al ambiente como sea posible. A este respecto, aparte del sentido común, existen muchas leyes, normas y reglamentos que, de ser seguidos con propiedad, le ira bien a la empresa, a la humanidad y al planeta.
Como estudiante o empleado debes ser, además de eficiente, solidario. Bien acompañado se rinde más y se es más útil a ti mismo y a los otros porque los éxitos se comparten y multiplican mientras que los errores se diluyen. No debes quedarte atrás por omisión o deliberadamente, pero tampoco avanzar sobre los hombros de los demás.
Compite con lealtad y si otros siguen tu ejemplo todos serán beneficiados, incluyendo la institución a la cual se deben o pertenecen. Acepta con entereza los reclamos justos que te hagan, procurando corregir para mejorar. Reclama tus derechos con responsabilidad y con los argumentos apropiados. Trata siempre de que se haga justicia. Responde con humildad y agradecimiento a los reconocimientos que te prodiguen. Que ellos te sirvan de incentivo para superarte y dar lo mejor cada día, sin envanecimientos odiosos.
Cuando te toque ser jefe, supervisor o gerente trata a tus pares y a tus subalternos como tu querrías que te trataran. Los logros y éxitos de un departamento, dependencia o sucursal y de toda una institución, pública o privada, depende de todos, pero el comportamiento de quienes están en los niveles superiores debe servir de buen ejemplo o todo ira mal.
Si te toca ser docente, recuerda que debes dar continuidad a un proceso que se inició en el seno familiar, siendo la gran responsabilidad de los padres inculcar buena educación a sus hijos. Su comportamiento futuro comienza por allí, con las apropiadas enseñanzas, los buenos ejemplos y hasta con los oportunos y justos regaños. A los adultos mayores les corresponde ser los primeros educadores para sus sucesores y su gran logro será ver crecer a los niños como buenas personas, humanos sensibles y honestos y, sobre todo, buenos ciudadanos. Cultivando por igual alma, mente y corazón.
A los maestros y profesores les corresponde tomar la palabra y continuar las acciones de educar e instruir, administrar sabiamente todo lo que este a tu alcance para que esos buenos ciudadanos lleguen a ser también buenos operarios, técnicos o profesionales. No importa qué nivel pero que sean realmente buenos en lo suyo y éticamente responsables. La clave del progreso material y espiritual de las naciones está en la buena educación de sus pueblos.
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