domingo, 15 de junio de 2025

Cuando defender a las mujeres te convierte en blanco: El caso Reem Alsalem


Cuando defender a las mujeres te convierte en blanco: El caso Reem Alsalem

La figura de Reem Alsalem, Relatora Especial de la ONU para la violencia contra las mujeres y las niñas, ha emergido recientemente como una de las más valientes, coherentes y necesarias del panorama internacional, sobre todo en momentos cuando los discursos progresistas parecen fragmentarse entre la corrección política y la coherencia con los derechos fundamentales.

Ella es jordana, máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Americana de El Cairo y máster en Derechos Humanos por la Universidad de Oxford. Su compromiso con la erradicación de todas las formas de violencia contra las mujeres ha sido inquebrantable, a pesar de las campañas de desprestigio y acoso que ha debido enfrentar por parte de sectores que, paradójicamente, se proclaman defensores y feministas.

Desde que asumió su mandato en 2021, Alsalem ha sido una defensora incansable de las mujeres y niñas más vulnerables: aquellas atrapadas en conflictos armados, en situaciones de trata, en contextos de prostitución y explotación y en sistemas legales y sociales que perpetúan la desigualdad y el abuso. Su enfoque integral, que conecta la violencia con sus raíces estructurales, como la pobreza, el patriarcado y la mercantilización de los cuerpos femeninos, es un llamado urgente a la acción real, no solo a las declaraciones simbólicas.

Relatorías de alto impacto

Uno de los aportes más contundentes de Alsalem ha sido su posición crítica frente a la prostitución, que dejó clara en su Reporte de 2024. A diferencia de posturas que banalizan esta práctica bajo el eufemismo de “trabajo sexual”, la relatora ha tenido el coraje de denunciarla como lo que es: un sistema de explotación profundamente arraigado en la desigualdad de género. 

Ha defendido el modelo abolicionista, que protege a las personas prostituidas y sanciona a proxenetas y compradores, con una claridad ética que resulta incómoda para muchos, pero necesaria si se pretende avanzar hacia una verdadera igualdad.

No menos importante ha sido su papel en la visibilización de la violencia sexual en contextos de guerra. En un escenario tan polarizado como el conflicto israelí-palestino, Alsalem ha mantenido su independencia e imparcialidad, exigiendo investigaciones serias y condenando los abusos sin ceder a presiones políticas. Ese compromiso con la verdad y las víctimas, sin importar quién sea el perpetrador, es un rasgo poco común en el ámbito diplomático.

El pasado 23 de mayo 2025, la Relatora presentó el informe “Violencia por razón de sexo contra mujeres y niñas: nuevas fronteras y cuestiones emergentes” en el que examina las formas nuevas y cambiantes de violencia que sufren las mujeres y las niñas por razón de su sexo, que siguen sin ser suficientemente exploradas ni reconocidas: matrimonios forzados, feminicidios, mutilación genital femenina, violación, explotación sexual y de otros tipos, incluida la prostitución. 

De una forma novedosa y en un lenguaje poco usual para este tipo de informes, ella incorpora como formas emergentes de violencia por razón de sexo: el suicidio consecuente como femicidio, femigenicidio, las prácticas de selección por sexo, la violencia reproductiva como herramienta genocida la violencia a través de las tecnologías digitales. 

Estas nuevas y cambiantes formas de violencia por razón de sexo, se deben, para ella, a la eliminación del lenguaje y las categorías específicas de sexo confundiéndolas con género y a la falta de registros de datos específicos sobre sexo que han llevado a la supresión de la mujer en la legislación y la consolidación de estereotipos sexistas. Nada más leerlo entiende uno por qué este reporte ha pasado bajo la mesa en los habituales espacios de discusión.

Inclusión coercitiva

Reem Alsalem ha utilizado el término «inclusión coercitiva» para describir situaciones en las que se imponen políticas o legislaciones que afectan negativamente a las mujeres y niñas, especialmente en contextos de violencia de género. El concepto se refiere a la imposición de normas que, bajo la apariencia de inclusión, en realidad perpetúan la violencia y la discriminación. 

La Relatora llama inclusión coercitiva  a la expectativa de que “las mujeres tengan la amabilidad de sacrificar su propio reconocimiento y protección por el bien de otros”. Ella critica legislaciones que permiten cambios de sexo registral sin restricciones, argumentando que pueden ser utilizadas por agresores para acceder a espacios destinados a mujeres, como los refugios para sobrevivientes de violencia, por ejemplo. 

En este contexto, la inclusión coercitiva se refiere a la imposición de políticas que, en lugar de proteger a las mujeres, las colocan en situaciones de mayor riesgo. Como ella dice: “La búsqueda de la neutralidad a menudo puede conducir a una forma de ceguera ante las necesidades, derechos y vulnerabilidades específicas de grupos particulares. Si la categoría de mujeres biológicas se elimina o se desvincula fundamentalmente de la opresión basada en el sexo, dicha opresión se vuelve cada vez más difícil de identificar y, por lo tanto, de combatir. En resumen, no podemos proteger lo que no definimos”.

Víctima de ataques

Su valentía ha tenido un alto costo. Alsalem ha sido objeto de ataques por parte de algunos grupos y organizaciones que intentan deslegitimar su labor alegando que sus posiciones excluyen a ciertos colectivos. Nada más lejos de la realidad. Como ella misma puntualiza en una publicación en respuesta a tal hostigamiento, lo que defiende esta Relatora es que los derechos de las mujeres no pueden sacrificarse en nombre de agendas ideológicas: “Las mujeres, especialmente las más pobres y marginadas, no deben ser las variables de ajuste de debates identitarios que, muchas veces, ignoran las experiencias materiales de millones de mujeres y niñas en todo el mundo”.

No es una lucha fácil como ella misma admite: “Desgraciadamente, en las Naciones Unidas y en algunos círculos académicos, existe un discurso dominante que pretende promover el «trabajo sexual», algo que critico fuertemente… Donantes influyentes apoyan fuertemente este posicionamiento”.

Hoy más que nunca necesitamos voces como la de Reem Alsalem

Voces que no callan cuando se trata de violencia, aunque eso incomode a algunos. Voces que, aun siendo atacadas, siguen hablando por quienes no pueden. En lugar de hostigarla, deberíamos agradecer su coraje. Criticarla, difamarla o acosarla no solo es una injusticia personal, sino también una amenaza contra la institucionalidad de los mecanismos de derechos humanos

Defender a Reem Alsalem es defender el derecho de todas las mujeres a vivir libres de violencia, sin importar dónde nacieron, su estatus migratorio o su identidad política. Es defender la integridad del mandato que representa y el derecho de toda persona que ocupa un rol público a expresar con libertad, evidencia y ética, aquello que observa de forma científica y desprovista de intereses políticos o económicos, en el terreno.

Efecto Cocuyo.

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