El ejercicio de la política requiere la formación de unos consensos básicos. Uno es de tipo social expresado en ideas comunes sobre valores, idiosincrasia y perspectivas, que se vacíen en el cuerpo normativo aceptado por quienes viven en un mismo territorio y así se dé cohesión a ese cuerpo complejo llamado país.
Pero las diferencias también son importantes. La posibilidad de disentir, el libre ejercicio de los roles de Gobierno y oposición en un marco de alternabilidad democrática.
En este ecosistema político un papel importante es el de los partidos, unidos en lo interno con semejanzas doctrinarias, de principios y que se organicen en la forma que aprueben sus militantes para la lucha política y hacer realidad sus propuestas programáticas.
Cuando en el seno del partido las diferencias emergen en aspectos fundamentales, hasta el punto de hacer la convivencia bajo esa tolda inviable, lo más conveniente es la división. Acción Democrática es un ejemplo, pues ha logrado sobrevivir a varias divisiones en su historia, por diferencias ideológicas y de distinto tipo que eran insostenibles. ¡No es una buena idea persistir en matrimonios obligados!
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