martes, 25 de febrero de 2025

Asdrúbal Oliveros: “No solo hay espacio para una reestructuración de la deuda, sino que es necesaria” - Bitácora Económica

 



Blanca Vera Azaf
Blanca Vera Asaf

Asdrúbal Oliveros puede ser de los economistas que más conoce el transcurrir económico venezolano de los últimos 25 años. Su escudo de protección ante tanta calamidad ha sido su humor a veces negro y a veces gris. Sin posiciones arbitrarias ni eufemismos al referirse a las realidades, se ha ganado el respeto por su facilidad para discernir y explicar los aconteceres diarios que afectan la calidad de vida de los ciudadanos.

Su vida profesional ha transcurrido descifrando estadísticas, estudiando escenarios, indagando sobre el mercado petrolero, observando los hábitos de consumo, describiendo perspectivas desastrosas, malas y no tan malas.

Entiende que los cambios en el escenario internacional se han dado de una manera veloz y se esmera en tratar de entender qué vías deben abrirse para que Venezuela explote al máximo sus capacidades en un ambiente de paz, institucionalidad y libertad económica. Está convencido de que los acuerdos y negociaciones son vitales para que la economía venezolana siga experimentado un respiro después de haber llegado a las profundidades del Hades.

-¿Qué tan positivo es para la economía que se esté produciendo cierto entendimiento entre Donald Trump y Nicolás Maduro?

-En el corto plazo es positivo porque evita que la economía venezolana entre en un ciclo de caída importante y que se recorten los niveles de producción. De haberse producido la eliminación de las licencias, esperábamos una caída de 22% y un descenso en términos de ingreso de petroleros que estimábamos en 40%. En un escenario de entendimiento donde las licencias se mantengan, la economía pudiera crecer hasta 3%.

En una perspectiva a largo plazo, los problemas estructurales no desaparecen y ameritan un proceso de negociación más profundo que no solo contemple si hay o no licencias. Es decir, cómo Venezuela consigue un arreglo institucional con los actores políticos y que además sea reconocido internacionalmente. Esto es necesario para que el país pueda volver a insertarse en el mercado y negociar con los organismos multilaterales, a fin de reestructurar su deuda. Sin entendimiento no se resuelven esos desafíos.

-La brecha cambiaria nuevamente se ha ampliado. Usted ha dicho que sincerar el tipo de cambio es una de las tareas pendientes para estabilizar la economía. ¿Es esto un accidente o cree que es parte de una decisión?

-Yo creo que tiene elementos obviamente de una política de Estado, pero falta más. El Estado ha reconocido el rezago y que el tipo de cambio debía ser ajustado. Eso está ocurriendo y lo vemos en el deslizamiento de la tasa de cambio. Ahora bien, volvemos a los temas estructurales porque coyunturalmente lo que está pasando es positivo, pero si no vas al problema de fondo no se resuelve el desequilibrio. El problema de fondo es el tema fiscal porque el Estado ciertamente ha reducido el déficit, pero no lo ha resuelto del todo, y ese financiamiento monetario es un factor que presiona al tipo de cambio y que genera la perspectiva de devaluación permanente.

El otro elemento es que el Estado no está utilizando a su favor la dolarización formal que tiene la economía sin renunciar al bolívar. Se podrían permitir préstamos en dólares, la compensación en dólar-dólar y las transferencias entre bancos y eliminar el Impuesto general a las Transacciones Financieras (IGTF). Estos son elementos que pudieran ayudar a que bajara la presión sobre el tipo de cambio y que lamentablemente el gobierno no lo está usando a su favor. Entonces, mientras estas dos cosas no se resuelvan el tema cambiario seguirá siendo un aspecto que revive ese déjà vu, es decir, volver a vivir esos periodos de estabilidad-desequilibrio-inestabilidad-devaluación y todo lo que implica para la gente.

Oliveros: «Esa diferencia entre el costo de vida y el salario eleva la percepción de que Venezuela es muy costosa»

-Pdvsa registró haber llegado a un millón de barriles nuevamente. ¿Es esto gracias al efecto Chevron o tiene otra explicación?

-Efectivamente buena parte del incremento de Pdvsa tiene que ver no solo con Chevron -diría más bien con las licencias- aunque Chevron es ciertamente de las licencias más importantes. Pero esta abarca a las europeas Repsol y Maurel & Prom. El gobierno ha establecido un esquema -que viene de la época del exministro de hidrocarburos Tareck El Aissami- que cede la gestión operativa del negocio petrolero a la empresa mixta. En otras palabras, se le otorga al socio privado la responsabilidad de la gestión financiera.

Y aquí es importante explicar cómo funciona la licencia de Chevron. Cuando esta empresa vende el petróleo que explota tiene prohibido entregar esas divisas al gobierno. Chevron cobra el petróleo y una parte de esos dólares van para pagar la deuda que Venezuela tiene con ellos; otra parte se destina a la venta de divisas; y la tercera parte se dirige a la reinversión en los campos petroleros para que estos continúen produciendo crudo.

Cuando Chevron recibió la licencia la producción estaba en 10 mil barriles diarios y hoy en día supera los 200 mil barriles diarios. Ese incremento en poco más de dos años viene dado por un proceso continuo de reinversión de los flujos de ingresos por exportación. Eso ha permitido un incremento de la producción petrolera de 100 mil barriles diarios en 2024 y desde el año 2020 esa producción ha aumentado en casi 600 mil barriles diarios.

-¿Cuál podría ser PIB de Venezuela en estos momentos?

-Pregunta compleja y de constante discusión entre economistas por la carencia de datos. Hay que considerar varios factores como el tamaño de la economía hoy dolarizada, el tipo de cambio promedio y el tamaño de actividades informales o ilícitas que impactan el cálculo. Para nosotros en Ecoanalítica el PIB cerró 2024 en un nivel nominal de unos 105 mil millones de dólares. Si se compara con el año 2020 (utilizo mucho este año en mis comparaciones porque fue cuando la economía tocó fondo), estaba en torno a 45 mil millones dólares.

-Si se compara con otras naciones de América Latina, ¿cuánto representa para cada habitante?

-Ese es un punto importante. El cálculo del PIB per cápita tampoco es sencillo porque depende de cuántas personas hay en Venezuela por el efecto migratorio. Hay quienes estiman que hay en el país 26 millones de personas y allí el PIB per cápita sería 4 mil dólares por habitantes. Si, por el contrario, la población es de 30 millones de personas, ese PIB per cápita es de 3.500 dólares por habitante. Venezuela entonces estaría en niveles muy bajo, incluso por debajo de países centroamericanos y muy lejos de lo que llegó a ser históricamente cuando tuvo un PIB per cápita cercano a los 15 mil dólares.

Sin embargo, la cifra actual -sea cual sea- está por encima de lo que llegamos a tener en el año 2019, cuando ese PIB fue de 2 mil dólares por habitante. Si lo ves regionalmente, el PIB per cápita en Chile es de 40 mil dólares. En definitiva, Venezuela se encuentra en los últimos lugares en compañía de Nicaragua, Haití, Honduras y el Salvador.

-¿Es cierto que Venezuela es uno de los países con el precio de los bienes y servicios más caros del mundo?

-No me atrevería a decir del mundo, pero aquí sí se han encarecido las cosas y eso es típico de una economía dolarizada. Si ves el costo de la canasta alimentaria, sus precios están en la segunda o tercera posición del continente sin incluir a Estados Unidos y Canadá. Si además la comparas con el ingreso medio de la población, la brecha es muy grande porque los sueldos y salarios aquí son muy bajos.

Pero parte de los ajustes que ha sufrido la economía venezolana es el hecho de que se han eliminado subsidios y eso ha producido encarecimiento de bienes y servicios. En cinco años los precios en dólares han subido más de 500% y eso ha encarecido el costo de la vida y ha hecho que los sueldos no sean suficiente. Una persona puede vivir en Chile y el costo de la canasta es de 400 dólares, pero su sueldo es superior al de un venezolano. En Venezuela el costo de la canasta está cercano a los 600 dólares y el sueldo promedio en el sector privado es de 180 dólares; esto quiere decir que se necesitan tres sueldos para poder cubrir la canasta alimentaria. Esa diferencia entre el costo de vida y el salario eleva la percepción de que Venezuela es muy costosa.

-La semana pasada el BCV sorprendió al decidir descontar de los requerimientos de encaje legal el monto equivalente al déficit que presenten las instituciones bancarias hasta el 10 de febrero. ¿Es esto positivo para la banca?

-Allí ocurrió un cambio en la metodología del encaje legal. En términos de efectos prácticos no ha habido una mejora sustancial. Sigue habiendo una restricción importante del crédito, lo que sí se destaca es el incremento del costo de acceso a fondos que tiene que hacer la banca que lo encarece. Esto significa que la banca tiene pocos incentivos para traspasar la posición de encaje para otorgar créditos. De allí que se coloca a la banca en un compromiso más grande. El gobierno sigue con su política de restricción crediticia y esto sigue afectando al aparato productivo.

-¿Cuál es el monto de la deuda externa de Venezuela y a qué equivale eso?

-Hay que dividirla entre financiera y no financiera. Al cierre de 2024 la deuda financiera de la República cerró en 49,5 millardos de dólares, la de Pdvsa se ubicó en 39,6 millardos de dólares y la de Elecar en 1.009 millones de dólares para un total de 90,2 millardos de dólares. Ahora bien, la deuda no financiera –que corresponde a deuda con multilaterales y bilaterales, laudos, proveedores, contratistas etcétera- suma 71,1 millardos de dólares. Todo esto suma 161 millardos de dólares aproximadamente lo que equivale a 153% por encima del PIB, es decir, la deuda es más grande que el tamaño de la economía.  

-¿Hay espacio para una reestructuración de la deuda externa en Venezuela?

-No solo hay espacio para una reestructuración de la deuda, sino que es necesaria para que Venezuela pueda reinsertarse en los mercados internacionales y recuperar parte de lo perdido. El tema de la restructuración de la deuda es fundamental. Es imposible que se pueda abrir el sector petrolero y acceder a nuevos fondos si no resuelves este problema y esto debe hacerse bajo el mecanismo de negociación con los acreedores para que se permita lograr niveles de deuda sostenibles. Esto es extremadamente necesario.

-Desde el punto de vista de los indicadores económicos, ¿cuál fue el peor año de la economía venezolana en los últimos 25 años?

-El 2018 fue el año en que Venezuela tuvo su peor momento del ciclo hiperinflacionario. La caída del PIB fue superior a 10%. El ciclo completo 2018-2019 fueron los peores años por los efectos tan adversos. Fue depresión económica con caída del PIB en torno a los dos dígitos y el momento más agudo de la hiperinflación.

-¿Qué nombre le pondría a ese período?

El peor momento de Venezuela desde la Guerra Federal.

-¿Qué cambió en la economía venezolana que ha permitido que tímidamente se haya sentido una tregua?

-El factor más importante de todos es la dolarización y no lo hemos interiorizado, con todo y lo desordenada y caótica. Ha sido el elemento central que ha permitido que la gente haya recuperado la capacidad de ahorrar, y que permite al sector privado trabajar en término de acuerdos. Es hoy el ancla principal de los precios, lo que evita que tengamos de nuevo una aceleración agresiva y que creo que nos va a acompañar un buen tiempo.

En segundo lugar, creo que el Estado ha cambiado, es más pragmático y entiende la importancia del sector privado en la economía y que -en la medida en que el sector privado no se meta en temas de política- le respeta el espacio.

En tercer lugar y en esta línea, el abandonar las políticas draconianas de controles de precio y de cambio es un factor que ha ayudado mucho en la dinámica, disminuyendo la escasez. Ese abandono de posiciones muy duras es un factor importante.

En último lugar, toda la dinámica de relajación de sanciones también ha contribuido a una recuperación importante del sector petrolero y de su flujo, lo que ha hecho que la economía supere los niveles mínimos del ciclo 2018-2020.

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