miércoles, 1 de enero de 2025

Lo que pase el 10 de enero en Venezuela determinará, creámoslo o no, el futuro democrático y de libertades de Colombia Por Marta Lucía Ramírez


Fotos:  EFE

Colombia
 ha sido bastión de la democracia en la región; aliado convencido de Estados Unidos y, por supuesto, la pieza a conquistar por parte de las dictaduras y de quienes buscan otro modelo económico y de gobierno en Latinoamérica. La actitud ambigua e indolente de los presidentes de Brasil, México y Colombia frente al robo descarado del resultado electoral del 28 de julio en 
Venezuela
 no deja dudas de que Colombia será una ficha determinante en el ajedrez geopolítico de los que pretenden hacerle en nuestro tablero Jaque al rey, vale decir, al modelo representado por Estados Unidos.

Los intereses en juego son demasiado valiosos y ninguno actúa solamente en la coyuntura. Todos son conscientes de que el pulso por la hegemonía global también pasa por Latinoamérica, y Colombia debe hacer valer lo que significa su posición destacada en la región por ser el tercer o el cuarto país en la mayoría de indicadores.
Las experiencias del vecindario afectan hoy a casi 100 millones de personas, incluyendo a Bolivia y nos muestran miseria, abandono, desesperanza, migración de las generaciones jóvenes y el temor que aquejan a la mayoría del pueblo venezolano, cubano y nicaragüense, frente a la pobreza que acompaña la total pérdida de libertades de expresión, pensamiento político o ejercicio electoral de una oposición democrática.
Con la misma cabeza fría con la que el Gobierno de Colombia ha evadido deliberadamente el rechazo al robo electoral de Venezuela, podríamos ver en el futuro confrontaciones militares acordadas en la frontera para distraer a la Fuerza Pública colombiana en la defensa nacional y dejar descubierto el resto del país, que podría quedar a merced de la multitud de criminales de diferentes rótulos, del vandalismo aupado contra todo y contra todos por los mismos objetivos políticos con que ya actuaron, y del crimen organizado transnacional, acompañado de los mismos terroristas de siempre, que han aumentado su presencia en todo el territorio nacional después del acuerdo con las Farc y, especialmente, durante la fracasada paz total. Sería el escenario ideal para declarar el estado de conmoción que tanto han anhelado algunos.
Todo lo que era impensable en Venezuela ha sucedido en 20 años, hasta la cuasi ruptura de relaciones con Brasil por el desconocimiento de los derechos garantizados por Itamarati a quienes se asilaron en la embajada Argentina. Todo lo inimaginable hoy puede llegar a sucedernos, ya no en dos décadas, sino en muy poco tiempo, si Maduro, aliado fraterno del presidente de Colombia, llegara a salirse con la suya y permanecer usurpando el poder de ese país.
En este año que agoniza fueron asesinados más lideres sociales que en el 2023; el retroceso en materia de seguridad es severo; el orden público, tormentoso; la extorsión, aumentando exponencialmente en zonas rurales y urbanas; el reclutamiento de menores, por el tope y otra vez el secuestro. No olvidemos el detrimento que ha sufrido la Fuerza Pública colombiana durante este período presidencial, a pesar de ajustes salariales que han debido hacerse antes, pero que no significan en modo alguno fortalecimiento institucional de la Fuerza. Acá no hay nada casual y el creciente control del territorio ha sido la estrategia exitosa de los criminales y no la del Estado colombiano durante el último tiempo.
Es hora de que cada miembro de la Fuerza Pública de Colombia y de Venezuela renueve ante sí mismo y ante su familia el juramento sagrado de defensa de la patria, de la Constitución, la democracia y las instituciones por las cuales tiene el privilegio de portar las armas de la república. La responsabilidad con que se actúe frente a la historia hablará de héroes, tiranos y traidores a la patria, o de simples oportunistas y pusilánimes que buscaron acomodarse al sol que mejor los calentara en este momento definitivo para el futuro de ambos pueblos y de todo el hemisferio.

Originalmente publicado en el diario El Tiempo de Colombia / GDA

EL NACIONAL.

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