Nunca imaginé que me tocaría vivir en un mundo donde la clave es más importante que todo humano. ¡Ay de ti si se te olvida la clave del cajero del banco! Existe una probabilidad alta, de que, aún teniendo dinero termines pasando hambre, pues no “puedes pasar por el punto”, la insustituible tarjeta de débito. No puedes argumentar: ¿y, mi cédula de identidad no sirve? La respuesta: “También imprescindible, sin embargo, se necesita, además, la clave.” Hay quien pretende poner una misma clave para todo. El guardia y vigilante, siempre presto para ¿ayudarte?, dirá, haciendo un gesto de duda y disgusto: “No. No, es seguro poner una misma clave para todo”. ¿Y, mi cumpleaños? “Bueeeno, sí no se acuerda de otra, pero no es lo más recomendable”. Se empieza a pensar en todas las posibilidades: fechas de cumpleaños, aniversarios de momentos cumbres y, cuando todo se agota, empiezas a poner las que se te ocurren y son las más fáciles de olvidar. Se deberá tener un librito o libretica de claves; a su vez, esas anotadas deben estar en clave, se nos puede perder, (¿!) olvidar donde se encuentra y hasta no recordar dónde fue que las anoté. No se piense, que estoy haciendo una cuña para mis admirados colegas y amigos de, “La hora clave”, Manuel Felipe y Macky, siempre merecen ser vistos. En efecto, pudiera necesario establecer, que estamos “en la hora clave”, pues sin ese código secreto, nos encontramos en “orfandad tecnológica”. Si se puede decir así. Sin embargo, el tema que mortifica es, la necesidad de la clave, un código secreto para acceder a lo mío. En Estados Unidos, siempre de avanzada, se han eliminado, las llaves en muchas partes. Común en hoteles. En lugar de la llave, una tarjeta con un precinto, que abre la puerta del cuarto del hotel. Ahora en las casas: una clave, abre la puerta. Si se olvida o se confunde, esperar con paciencia a otro habitante que te pueda abrir la puerta. Toda esta larga historia, no es más que un desahogo, de una anciana de 84 años, que ya, ¡no sabe qué hacer con el problema de la multiplicación de las claves!
De repente empiezo a buscar soluciones, le pregunto a los más jóvenes. ¡Sorpresa! Todos tienen guarda claves: en el celular, la Tablet, el ordenador y… hasta el mentado librito o libreta. ¿quién lo diría? ¡Unidos por las claves! Los creadores, inventores de estas maravillas tecnológicas son los millonarios, más millonarios del mundo. Desde su altura de multi- millonarios creadores, miran al resto del mundo, de alguna manera: esclavos de las claves; en eso, nos hemos convertido, ¡creánlo o no! ¡quiéranlo o no!. Manejarse en el mundo de las claves, nos lleva al secretismo. ¿Quién lo diría? Tanta transparencia, necesaria y pedida, cuando llegamos a las claves, ¡se acabó! Mi suegra, bella y amada, sabia y oportuna, (QEPD), cuando se enteraba de ciertas cosas me decía:” Desde que el mundo, es mundo es así. Los secretos son inevitables.” En estos días, harto complejos, las reservas y la discreción son imprescindibles, necesarios. Cada momento hay que tener la lista de las claves a la mano. A mí se me olvidó la clave secreta de la grabadora de mensajes. Así qué, no se molesten en dejar mensajes en el celular, no los puedo oír. Por momentos me pregunto: ¿tanta protección y seguridad, no serán innecesarias? ¿Será que son efectivas y protectoras? De repente, oigo de los “hackeos”. ¿Cómo los hacen? Se trata de “genios maléficos del manejo informático”. Brillantes personas que trabajan lo cibernético e informático, captados por gente perversa. Arribistas y demás adjetivos negativos posibles para dedicarse al área oscura de la maravilla tecnológica. Ponen en jaque a todos los demócratas, a los internautas decentes y con ética; por supuesto, a bancos y bolsas de valores del planeta; siempre esos malandrines en búsqueda del poder fácil, del dinero mal habido, de la inmerecida fama. Su apuesta, siempre implica lo anti ético, lo ilegal, lo falso, lo deshonesto, lo inmoral. Como siempre, terminamos con el problema ético: el gran dilema. En efecto, las violaciones, las infracciones que se hacen para lograr acceder a esas claves y códigos secretos suponen un gran riesgo, al lado de grandes sumas de dinero o de poder, o, las dos posibilidades a la vez. La honestidad, la rectitud, invalorables, en este momento complejo y difícil que se debe afrontar con seguridad y rectitud. La clave forma parte de nuestra vida para siempre. La cuestión es: ¿cómo lograr que, cada clave, se nos quede en el pensamiento? Después, el tema del cambio de clave. No amerita otro artículo, si una breve reflexión, que incluye, tiempo que te dan para verificar la clave, utilizarla, compartirla. En segundos, con cronómetro. Los bancos, preocupados, por la seguridad, te mandan, cada vez que tienes que cambiar la clave, se venció y/o la “bloqueastes”, (algún error) te mandan una clave secreta, temporal; con segundos para hacer la operación. Amables seguidores y contradictorios lectores se pueden imaginar- sí es que son jóvenes- las dificultades para resolver el dilema, que se nos presentan a los ancianos. Cada segundo es más comprometedor con la posibilidad de realizar la operación. ¡El desastre!
Con certeza, afirmo: vivimos en un mundo en clave: Esta una clave llena de Esperanza y Fe en el futuro. ¡A descifrarla! ¡Hasta el final!
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