viernes, 18 de septiembre de 2015

"Un puente entre Latinoamérica y EE.UU."

En la Plaza de la Revolución, preparan el altar para la misa de Francisco.
¿Qué esperan Cuba y el mundo de la visita papal a la isla? DW entrevistó a Martin Hagenmaier, responsable para Cuba en Adveniat, la institución benéfica de los católicos alemanes para Latinoamérica.

DW: Usted es responsable para Cuba en Adveniat, que se presenta como la mayor obra benéfica para América Latina en Europa. ¿Qué experiencia ha tenido Adveniat con Cuba?

Directamente tres o cuatro años tras la fundación de Adveniat en 1961, establecimos los primeros proyectos de cooperación con Cuba a través de contactos en Roma. Apoyamos la concesión de becas de estudio en el extranjero, la donación de biblias, libros y medios de transporte. Más tarde, en los años 80 se intensificó el trabajo, la sociedad y el Gobierno se abrieron. Aunque sigue siendo un país con el que trabajamos en condiciones especiales. La Iglesia en Cuba depende fuertemente de la ayuda exterior puesto que sus fieles no pueden financiarla, así que −junto a otras instituciones como la Conferencia Episcopal estadounidense− Adveniat se ha erigido en un apoyo fundamental para que la Iglesia local pueda ofrecer opciones educativas (cursos de idiomas, computación, administración), impulsar el debate social sobre la doctrina social de la Iglesia, o acometer la reparación de edificios ecleasiásticos.

¿Cómo evalúa usted la actual situación de la Iglesia católica en Cuba?

Yo diría que ha habido un desarrollo constante. Directamente después de la Revolución hubo muchas prohibiciones. Pero desde 1992 ha vuelto a reconocerse la libertad de culto, algo que ya venía desarrollándose desde finales de los años 80. Luego, las visitas de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI devolvieron reconocimiento social a la Iglesia. Los creyentes han vuelto a expresar activamente su fe. Eso sí, las comunidades religiosas son más bien pequeñas, de 10 a 20 personas que se encuentran muchas veces en casas privadas. Pero allí donde hay iglesias restauradas llegan también a reunirse de 100 a 200 personas en misa. En los últimos años han vuelto a celebrarse procesiones como la de la Virgen de la Caridad, acompañada también por mucha gente que observa al margen pero con entusiasmo, algo que probablemente ocurra también durante la visita de Francisco.

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