Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

16.12.25

Fernando Mires: Donald Trump y el descenso del occidente político



Prevalece la idea de que su gobierno es atrabiliario e imprevisible. Cambia de opinión todos los días, uno no sabe a que atenerse, piensan muchos. Puede que así sea. Sin embargo, la publicación de la Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) por el gobierno nortEamericano, ha dado la razón a lo que hemos venimos sosteniendo: Trump, y por ende el trumpismo, comparten una visión de la historia, cuyos objetivos apuntan hacia la constitución de un nuevo orden mundial. Nos referimos a una nueva repartición del poder global entre tres imperios formados durante el siglo XXl: el chino, el ruso y el norteamericano, tres en torno a los cuales se alinean la mayoría de las naciones de la tierra, núcleo de un nuevo orden internacional diferente al configurado después de la segunda mundial. El de ahora, el que viene, en lugar de ser bipolar, será tripolar, y probablemente, los textos de los historiadores del futuro nos hablarán de la “era de los tres imperios”.

La ESN, aunque así no parezca, es una proposición de orden en medio del caos formado después de la aparición de la globalización económica, del fin del comunismo y de las revoluciones democráticas de los siglos XX y XXl LAS que abrieron el paso a la era de la digitalización y de la inteligencia artificial. “Una revolución que nadie soñó”, para decirlo con el título de un ya antiguo libro de mi autoría.

Hacia una nueva repartición del mundo

La idea de un nuevo orden ha sido, desde el imperio romano, ideología y obsesión de grandes imperios; desde la antigüedad hasta nuestros días, pasando por el napoleónico, el hitleriano, el comunista, el chino, el ruso poscomunista, hasta llegar al proyecto imperial trumpista.

Trump se ha sumado a las obsesiones imperiales de sus colegas Xi y Putin y espera concordar con ellos en la fabricación de un orden que rija los destinos del mundo. La ESN, vista así, es una proposición geoestratégica cuyo sentido será determinar las fronteras territoriales y económicas que, según Trump y los suyos, corresponden a los Estados Unidos, fronteras que Trump propone defender por todos los medios, incluyendo, por supuesto, a los militares.

Probablemente más de algún presidente norteamericano soñó alguna vez con la dominación mundial de los EE UU. Sin embargo, el proyecto (o plan, o estrategia) de Trump es, si se quiere; más modesto. Los redactores de la ENS se contentan aparentemente con fijar los límites de la expansión norteamericana alcanzada a lo largo de decenios. Su texto parece decir: señores rusos y chinos, este, al que llamamos hemisferio occidental, es y será mi imperio. No se metan en este hemisferio que ustedes no tienen nada que hacer aquí.

El texto de la ENS provocó conmoción en los gobiernos democráticos de Europa, pero en Japón, en Taiwan, en Corea del Sur, no pocos políticos deben haberse preguntado: Y nosotros, ¿donde nos metemos? Ese temor podría haber sido disipado si la ENS hubiera sustentado la tesis de que su repartición del mundo es un programa mínimo, por una parte, y por otro, que el concepto hemisferio occidental es más político que geográfico y, luego, abarca a todas las naciones que se sientan parte del hemisferio controlado desde Washington; independientemente de su lugar geográfico.

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15.12.25

Jimmy Lai, el magnate de los medios que desafió a Xi Jinping y ahora afronta cadena perpetua