
Durante la emisión del espacio #ConLaLuz de este 30 de septiembre, la politóloga venezolana María Isabel Puerta Riera, profesora adjunta en Valencia College (Orlando, Florida) y autora del libro Crisis de la democracia: ¿en el umbral de la posdemocracia?, analizó las fricciones diplomáticas entre Venezuela y Estados Unidos.
La invitada especial del programa conducido por la periodista Luz Mely Reyes, directora de Efecto Cocuyo, desglosó los escenarios posibles en medio de sanciones renovadas, migración irregular y el uso electoral de la crisis venezolana por parte de la campaña de Donald Trump.
Puerta inició el diálogo destacando cómo Venezuela ha pasado de ser un «instrumento electoral» para captar votos en la diáspora cubano-venezolana en Florida a convertirse en un «enemigo» en el discurso de Trump.
Una amenaza que pocos creyeron posible
La entrevista comenzó con un diagnóstico crudo: Venezuela enfrenta una «amenaza creíble» de intervención militar por parte de Estados Unidos, un escenario que, aunque discutido por analistas, parecía improbable hasta hace poco.
Las recientes declaraciones de Donald Trump, los ataques cinéticos contra tres embarcaciones venezolanas y la acusación de que Nicolás Maduro es líder del Cartel de los Soles y aliado del Tren de Aragua –declarado terrorista por Washington– han encendido las alarmas.
«Es una situación que no es increíble, pero sí sorprendente», señaló Puerta, subrayando que pocos asignaban probabilidad a este nivel de escalada.
El peso del fraude electoral
Para Puerta, el «pecado original» de esta crisis es el «robo descarado» de las elecciones del 28 de julio de 2024. «Fue un fraude tan obvio que, a esta fecha, no hay resultados oficiales», afirmó.
Este acto se juntó con otros elementos considerados críticos: más de 2.000 presos políticos, denuncias internacionales por violaciones de derechos humanos y una economía en ruinas que no ofrece alivio a la población.
«Incluso dentro del chavismo saben que perdieron, porque los militares contaron los votos», aseguró la experta, destacando la percepción generalizada de un régimen de facto que violó su propia Constitución.
Diplomacia de la fuerza: ¿Solución o riesgo?
La discusión giró en torno al concepto de «diplomacia de la fuerza», defendido por analistas como Pedro Urruchurtu, quien sostiene que la diplomacia tradicional ha fracasado frente a un régimen no convencional.
Puerta, sin embargo, fue tajante: «Usar la fuerza no es diplomacia. Es guerra o poder incisivo, como hacen Rusia, China o Cuba. Estamos viendo un uso de la fuerza de facto, y eso es peligroso».
Citó preocupaciones de juristas, reportadas por medios como The Washington Post, sobre intentos de EE.UU. de buscar interpretaciones legales para proteger a sus militares en acciones unilaterales, lo que podría violar el derecho internacional y agravar la crisis humanitaria.
Los militares: la caja negra del poder
El rol de los militares venezolanos, según Puerta, es el corazón del problema. «El régimen se sostiene por ellos», afirmó, pero su opacidad –»una caja negra»– complica cualquier negociación. La politización y corrupción de la Fuerza Armada, fomentada por el chavismo, ha minado su honor institucional, pero el miedo a represalias (cárcel o ajusticiamiento) los mantiene leales.
Puerta recordó el caso de Rocío San Miguel, analista de seguridad encarcelada desde 2023, como ejemplo de la represión contra quienes intentan esclarecer el papel militar.
«¿Qué plan hay para los militares en una transición? Porque sin ellos, no hay salida», cuestionó, señalando que propuestas como las de María Corina Machado, que ofrece diálogo, no han ganado tracción por falta de claridad o confianza.
Una ventana de negociación
A pesar de la escalada, Puerta ve una «ventana de oportunidad» para negociar una transición, aunque se reduce rápidamente. Maduro intentó abrir un canal enviando una carta a Trump, pero la falta de respuesta y la postura beligerante de Washington sugieren que la vía diplomática pierde fuerza.
«Podría haber una transición dentro del chavismo a figuras como Jorge Rodríguez o Diosdado Cabello, pero eso no garantiza un cambio real», advirtió.
El desafío ético de negociar con un régimen acusado de crímenes de lesa humanidad, añadió, es enorme.
La solución, insistió, pasa por un plan claro que incluya a los militares y garantice justicia sin caer en la impunidad.
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