Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

3.10.25

FRAUDE TERRITORIAL Por Douglas Zabala



Hace 126 años se inició la historia del Laudo Arbitral de París del 3 de octubre de 1899. Fecha que ha quedado como herida abierta en la cartografía venezolana, una vez que las potencias imperiales de la época, confabuladas en secreto, arrancaron de un plumazo 159.500 kilómetros cuadrados de territorio nacional.

 

 

La llamada Guayana Esequiba, un territorio rico en recursos y bañado por ríos profundos, fue entregada ilegítimamente al entonces Imperio Británico mediante un proceso viciado que Venezuela nunca ha aceptado.

 

Venezuela como nación independiente, heredó los límites de la antigua Capitanía General, que incluían como frontera oriental el río Esequibo. Sin embargo, el Reino Unido, que había adquirido la colonia de la Guayana Británica de los Países Bajos, comenzó una expansión territorial agresiva.

 

El naturalista prusiano Robert Schomburgk, al servicio de la corona británica, trazó una línea limítrofe que se adentraba en territorio venezolano, llegando incluso la desembocadura del Orinoco, la principal salida fluvial del país. Ante las protestas venezolana, los británicos se negaron a retroceder, lo que llevó a la ruptura de relaciones diplomáticas en 1887.

 

Bajo la doctrina Monroe, Estados Unidos intervino presionando para una solución arbitral. Lo que parecía un camino hacia la justicia se convirtió en una farsa. El tribunal, constituido en París en 1899, fue amañado desde su concepción.

 

El tribunal quedó integrado por dos jueces británicos, dos jueces estadounidenses (que supuestamente representaban a Venezuela) y un presidente decisivo: el ruso Friedrich Martens, un conocido anglófilo que abogaba abiertamente por la cooperación entre Rusia e Inglaterra.

 

Tras apenas seis días de deliberación, se emitió un fallo unánime donde se le otorgaba al Reino Unido el 90% del territorio en disputa. A Venezuela solo se le dejó un pequeño triunfo estratégico: el control de la boca del Orinoco.

 

Hoy, el Laudo Arbitral de París de 1899 y su fraude territorial, es un recordatorio de que la soberanía no se discute, se defiende, y que la vigilancia ante los intereses foráneos debe ser una constante en la conciencia de cada venezolano.

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