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El pueblo ecuatoriano se encuentra en la fase final para las elecciones generales, a efectuarse el próximo 7 de febrero, que renovaran el Poder Legislativo y, posiblemente representen la primera vuelta en la elección de Presidente y Vicepresidente. Un proceso que se presenta marcado por la apatía, la indecisión, el populismo y una dosis de frivolidad; reflejando la crisis que enfrenta la política y los políticos en los últimos años, en particular en la región. En este contexto, si bien cualquier sorpresa podría ocurrir, existen algunas tendencias relativamente claras y poco alentadoras.
En la contienda electoral participan 16 candidatos a presidente, entre ellos una sola mujer, esa cantidad estimula la dispersión, el escepticismo e incluso la confusión del electorado. La campaña electoral, fundamentalmente electrónica por las circunstancias de la pandemia, si bien novedosa y creativa, se ha concentrado, en la mayoría de los casos, en efectos mediáticos, estimular la imaginación, los sentimientos y las pasiones; desplazando los aspectos de fondo, el contenido programático y las propuestas concretas para la solución efectiva de los problemas.
Presentar al candidato atractivo como un buen producto; posicionar muchos, pero breves mensajes en las redes sociales, ha caracterizado la campaña; empero, la crisis que vive el país es profunda y se ha agravado por las dramáticas consecuencias sociales de la pandemia. La pobreza, la desigualdad y la discriminación se incrementan. También debemos sumar nuevas tendencias xenofóbicas contra la población venezolana migrante. Pareciera que los políticos no comprenden la magnitud del problema y, lo que es peor, no presentan propuestas que permitan enfrentar la complejidad estructural de la situación.
Ahora bien, resulta interesante observar que el esfuerzo por atraer el voto indeciso, con técnicas al mejor estilo de Hollywood, está generando resultados paradójicos.
Las encuestas más recientes coinciden en el incremento de la indecisión y la indiferencia, en particular en la población joven; al respecto, ubican los indecisos entre el 25% al 37% de la población votante.
Tres candidatos concentran el interés del electorado. Andrés Arauz, el delfín de Rafael Correa, inhabilitado para estas elecciones, pero el gran operador político desde su exilio en Bruselas. Guillermo Lasso, con su partido CREO, su segundo intento por la presidencia, en esta oportunidad ha logrado acuerdos con algunas fuerzas importantes, como la democracia cristiana y el grupo indígena evangélico organizados en la Feine.
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El tercer candidato que destaca en las encuestas, es Yaku Pérez, quien se presenta como representante de los indígenas y el ecologismo, pudiera generar sorpresas, pero sus perspectivas se ven limitadas, al no contar con el apoyo de la poderosa organización indígena Conaie que lidera Jaime Vargas; en todo caso, puede resultar un factor determinante de ser necesaria la segunda vuelta, prevista para el 11 de abril.
Faltando pocos días para el proceso electoral, ningún candidato logra el 30% de apoyo, lo que tiende a garantizar la segunda vuelta, pues para ser electo presidente en primera vuelta, se requiere obtener más del 40% de los votos válidos y contar con una ventaja de 10 puntos sobre el siguiente candidato. En este contexto, la campaña se está concentrando en atraer indecisos e indiferentes, y pareciera que no es un problema de técnicas de mercado sino de ausencia de ideas.
La campaña también ha evidenciado un marcado populismo, en particular, de Andrés Arauz, quien se acompaña de una gran foto de Rafael Correa, para estimular en el inconsciente colectivo, la época de abundancia de la revolución ciudadana, cuando el incremento de los precios del petróleo y el boom de las materia primas, permitieron mucho dinero, mantener la dolarización de la economía, pero también mucho despilfarro.
El populismo estimula las pasiones, pero miente. No es posible volver al pasado, la economía ecuatoriana enfrenta una crisis profunda, y Correa es uno de los responsables de esa situación.
Entre las razones del rechazo y desasosiego en la población, destaca la corrupción y la impunidad que imperó en el largo periodo de la revolución ciudadana.
Guillermo Lasso, quien podría representar una opción efectiva ante la grave situación económica y el complejo contexto internacional, carga consigo el peso de la poca sensibilidad social de los sectores conservadores frente a los más vulnerables, en particular, la diversa población indígena. Lasso, exitoso banquero de la próspera ciudad de Guayaquil, recuerda el tradicional enfrentamiento entre la costa y la serranía más indígena y rural.
En este contexto, conviene destacar que aproximadamente 14 grupos étnicos conviven en Ecuador, cada uno con sus especificidades culturales, sociales e incluso políticas. Algunos centros de investigación estiman que representan un 35% de la población ecuatoriana y la etnia kichwa el grupo mayoritario. Esto evidencia la importancia del voto indígena en el proceso electoral.
Todo pareciera indicar que en la primera vuelta se dispersa el voto, los indecisos podrían representar el factor sorpresa. En el caso de una segunda vuelta, la votación indígena puede ser determinante. Por una parte, negociar el apoyo de Yaku Pérez y su partido Pachakutik, pero también negociar con Jaime Vargas líder de la Conaie, quien se ha enfrentado a Rafael Correa en varias oportunidades. Otro factor es la negociación con el resto de los candidatos, que tienen porcentajes muy bajos en las encuestas, pero pueden sumar- Ahora bien, en su mayoría son de tendencia socialista, lo que podría facilitar las negociaciones para Arauz.
Ecuador podría construir un modelo de organización y generación de prosperidad incluyente y sustentable, tiene especiales condiciones, pero diversos factores, entre otros, el pensamiento populista y radical que ha crecido en los últimos años y la ausencia de equidad, limitan las perspectivas. Estas elecciones pudieran generar una oportunidad para sumar y crecer, esperemos que el liderazgo político logre comprender la complejidad de la situación y asuma el reto de las transformaciones.
Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.
Estas elecciones pudieran generar una oportunidad para sumar y crecer, esperemos que el liderazgo político logre comprender la complejidad de la situación y asuma el reto de las transformaciones. Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas
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