Dialogar significa hablar con otro alternando los turnos de palabras y también significa discutir sobre un tema para llegar a un acuerdo. Las definiciones son fáciles, la práctica no tanto. Venezuela es un espejo de todas las complicaciones que pueden darse en un acto tan sencillo cuando la política entra en la ecuación. Sin embargo, un nuevo intento palpita dentro y fuera del país con Joe Biden en la Casa Blanca y la Unión Europea apostando por una negociación inclusiva.
Dicha medida rechazada por el grueso de la coalición opositora -con toda razón- ahora es traída por factores externos que han prestado su apoyo en gran medida con anterioridad. Esto preocupa. Las condiciones están dadas o eso parece, asegura El País.
“Son varios los comunicados de gobiernos democráticos y organismos multilaterales insistiendo en la búsqueda de una salida política pacífica y negociada que alivie el sufrimiento de los venezolanos” analiza el medio.
Eso también suena fácil pero el desafío es de grandes proporciones. Para comenzar el chavismo y la oposición tendrían que alinear sus fuerzas para acordar como mínimo un equilibrio institucional que abarque la renovación del poder electoral, el Tribunal Supremo y la Contraloría.
Así el verbo bajaría su tensión y las puertas se abrirían para una “salida pactada” que empezaría con la organización de unas “elecciones” como única alternativa ante la crisis que mantiene al régimen “cada vez instalado en el poder y sus adversarios hostigados y divididos” afirma el medio español.
Pasos tibios pero evidentes
Los 27 países miembros de la UE ya omiten el título de presidente interino del opositor Juan Guaidó en su reciente manejo de temas sobre Venezuela, un cargo que se asignó, con un amplio apoyo internacional liderado por Estados Unidos, hace dos años ante la profunda crisis de legitimidad de Maduro.
Pero Bruselas sigue aceptando a Guaidó como un “interlocutor privilegiado” y apostando a derribar “el tabú” que reina sobre la palabra diálogo entre los miembros del chavismo, apunta El País.
La victoria de Biden, que tomó posesión el pasado 20 de enero, empuja el escenario. Sentarse con los socialistas es un punto en su agenda que se evidencia en la revisión de las sanciones que pesan sobre Cuba y Venezuela.
De esa manera, apunta a un cambio de enfoque en la política regional. Claudia Blum, ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, ya conversó sobre el régimen con Antony Blinken, el nuevo secretario de Estado norteamericano y discutieron su “compromiso compartido” con el restablecimiento de la democracia y la estabilidad económica en Venezuela y Blinken confirmó la importancia de los esfuerzos para satisfacer las necesidades humanitarias de los migrantes venezolanos en Colombia.
Una espina en el camino
Para estas aparentes intenciones internacionales de avanzar con Maduro se tendrán que resolver antes las diferencias causadas con la UE por la expulsión de la embajadora de la Unión Europea, Isabel Brilhante Pedrosa, en junio del año pasado por parte del régimen después de las sanciones impuestas por la organización a 36 funcionarios chavistas.
Esa espina está ahí. No pueden viajar a ninguno de los países miembros de la coalición y sus activos están congelados. Ante esta situación, el chavismo no se detuvo en improperios contra la coalición. Como una «posición arrogante» tildó la decisión del grupo europeo, al que también acusó de actuar con «supremacismo», «racismo» y de estar de “rodillas” ante Donald Trump.
El disgusto y discurso se mantiene porque entre los penalizados por Bruselas están cabezas que son baluartes del chavismo. El contralor Elvis Amoroso —muy cercano personal y políticamente a Maduro—, así como también el magistrado Juan José Mendoza del Tribunal Supremo chavista.
A su vez, figura otra sancionada la actual vicepresidente del régimen, Delcy Rodríguez, que ya vivió en España la prohibición de entrada cuando hizo una escala en Madrid antes de seguir a Turquía, a pesar de los esfuerzos diplomáticos del ministro español, José Luis Ábalos por mediar en ese caso.
Esta “guerra” abierta por Maduro contra Europa profundizó aún más el aislamiento internacional de Venezuela acercándola a Rusia, Cuba y China y a los apoyos incondicionales de líderes políticos, como el ex jefe del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero o el expresidente Rafael Correa de Ecuador, asegura El Mundo.
A todos ellos deberá rendir explicaciones Maduro si decide tomar una vía de entendimiento con la UE y quizá dejaría sin efecto la posible expulsión de su ficha ante el bloque, Claudia Salerno, quien también sería expulsada con destino a Venezuela cuando la pandemia lo permitiera según el medio.
Una opción sin frutos
Cualquier negociación en el país sudamericano se presenta como “una carrera de obstáculos” sostiene El País. Y así es. Todos los procesos recientes han fracasado.
“La desconfianza entre las partes es enorme” subraya. La oposición tiene cuota en ello porque “siempre ha tenido un serio problema de liderazgo para concurrir unida en un proceso electoral” mientras que el chavismo saca beneficios, al convencer a a algunos sectores de la opinión pública de que sus rivales son los verdaderos responsables de la crisis. Ese argumento lo alimentan con las protestas, las asonadas, los intentos de quebrar a las Fuerzas Armadas y las sanciones económicas de Estados Unidos analiza el medio.
“El diálogo en Venezuela es un largo camino de desencuentros” apunta El Observador. Uno de los motivos es que la palabra diálogo -esa que supone un acto sencillo- está convertida en un “comodín” y eso es “grave muy grave” porque “sin diálogo no hay política y sin diálogo la política se transforma en simple confrontación y la confrontación sin política es lo que más conviene Maduro” indica el medio.
Noruega, República Dominicana, Jimmy Carter, la Organización de Estados Americanos, el Vaticano, entre otros, lo saben. Ninguno alcanzó frutos con sus mediaciones.
Batalla desigual
La política se funda en la palabra. Esa es la gran realidad. ¿Cómo se puede dialogar con alguien que no tiene palabra? ¿Cómo hacer política entonces con alguien que no practica la política?
The New York Times responde al respecto que en Venezuela la “batalla es desigual” cuando el régimen se comporta como “un ejército de ocupación” y en los “momentos críticos una oposición desmembrada, sin plan y sin voz común, es un gran aliado del oficialismo”.
Su tesis es que el “régimen no desea dialogar con nadie pero sí necesita recuperar el reconocimiento que ha perdido. Su crisis de legitimidad ya se ha internacionalizado y eso no es poca cosa para un país que importa hasta lo que come”. Con ese contexto, los micrófonos podrían ser encendidos.
Su tesis es que el “régimen no desea dialogar con nadie pero sí necesita recuperar el reconocimiento que ha perdido. Su crisis de legitimidad ya se ha internacionalizado y eso no es poca cosa para un país que importa hasta lo que come”. Con ese contexto, los micrófonos podrían ser encendidos.
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