Una: Desarticula brevemente, la convergencia de varios conflictos sindicales. El sector del transporte, golpeado como nunca, se ilusiona y recula al pasar de un pasaje de 0,10 bolívares soberanos a un bolívar soberano, con promesa de 2 o 3 bolívares próximamente. Eso no importa tanto, como gremio ya no es baluarte del chavismo. No será vanguardia del cambio democrático, pero ayudará muchísimo. Otros sindicatos se incorporan, los de Guayana. Los de la Salud siguen firmes. Es un conflicto estructural, no pasajero.
Dos: La ilusión monetaria que sembró el aumento de 60 veces el salario mínimo, además de sembrar una efímera pausa al descarnado drama de la crisis, va a desestabilizar pronto al régimen. Porque simplificó la estructura salarial a 2 y 3 simples salarios mínimos. Concentró en el más bajo (1.800) el 80% de las remuneraciones salariales, incluyendo a 4 millones de pensionados. Por 3 meses el Gobierno tratará de cubrirlo en varios otros sectores. Esta fue la más” brillante” de todas las propuestas.
Esta aparente “sabia” decisión salarial, financiada por ahora, con el dinero inorgánico, hará saltar la liquidez ampliada actual de unos 33.000 millones de bolívares soberanos, hasta posiblemente 46.680 millones, crecerá tal vez en un 41% a lo largo de septiembre. Esto sin incluir la batería de bonos, plan de emergencia “Todos Juntos es Posible”, etcétera.
Los precios volaron ya cerrando agosto, un hipertensivo de 6 millones viejos pasó a 40 millones del cono reemplazado. Una reparación de caucho a 25 millones. Desaparecieron la carne, el pollo, la primera fue regulada al precio anterior.
Y esto apenas comienza. Aunque el paquete fue concebido, por vez primera por cerebros inescrupulosos inteligentes, descansa en un minado de trampas, ilusiona, finge prosperidad: 600.000 barriles petroleros nuevos por obra del Espíritu Santo. Contrata un show con un avión a Perú y presenta el “vuelvan caras” venezolanos. La Sudeban, por su parte, ejecuta una orden tramada desde la primera cadena de anuncio: “Por ahí vienen 300 casas de cambio”, no jugamos.
Aparecerán billetes nuevos, pero el descalabro de los medios de pagos subsistirá. Los escenarios en las bombas de gasolina, si los precios se internacionalizan, no serán nada amables. La reducción de mano de obra en condominios y pequeñas industrias es un hecho.
Tres: El abatimiento y desesperanza en las mayoritarias fuerzas democráticas es más una auto trampa que olvida que en cada brote o flujo de masas 2002, 2007, 2012, 2014, 2017 hubo siempre meses previos de desencanto y sensación del “extenso y poderoso peso de poder” de gobiernos con amplia concentración del mismo, con una capacidad como nadie, para brindar siempre la sensación de eterno éxito constante.
Solo que la situación, pasados 20 años, es diametralmente opuesta, sobre todo ante el profundo deterioro del arsenal de engaños. No tenemos dudas de que en este instante es el último recurso disponible de esa extensa botija de maniobras.
El país jamás funcionará con engaños y acciones superficiales. No hay manera de reactivar la actividad económica sin un cambio profundo de las reglas del juego político.
El país no va admitir la pobreza galopante, características de las economías centralizadas, sin mercados, de planificación central única, guiada por unos pocos cerebros incapaces.
La esencia de este plan, mezcla de falsedad, neoliberalismo, socialismo trasnochado, ilusiones monetarias, de excesivos controles, ante lo cual la Sundde no se da abasto, origina un Ministerio de Comercio Interior para reforzarla o levantarle el ánimo.
En conclusión, este plan o paquete es demasiado integral, “modernista” en cuanto a la cripto política, represivo, tributario, rebuscador de billete, vendedor de joyas de sueños muertos, coordinado con ornato público, para ser hechura exclusiva de los venezolanos que ejercen ahora el poder hasta un nuevo aviso.
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