La llegada del chavismo solo fue el preámbulo del desastre para aquel magnífico movimiento empresarial hecho por venezolanos en el propio suelo norteamericano. Era tal el músculo de Citgo que el chavismo vio una fuente inagotable para financiar los graves errores de su política clientelar y su hambre de endeudamiento aún con récords históricos del barril de petróleo en 140 dólares. Ningún político que ha conducido el país desde la administración de Chávez a Maduro protegió semejante activo.
Citgo, una joya de la corona de la industria petrolera y energética venezolana en suelo estadounidense, se ha perdido.
Aquella empresa que llegó a valorarse en 2013 (seis meses después de la muerte de Hugo Chávez) entre los 32 mil y 40 mil millones de dólares, ha terminado por rematarse en solo 5.900 millones de dólares.
El calificado como “fondo buitre” Elliott Investment Management, a través de su filial Amber Energy, posicionó su mejor oferta y el juez Leonard Stark, de Delaware aprobó la operación. Así quedó escrito en los tribunales de ese pequeño estado del nordeste de Estados Unidos.
Había sido comprada, tras una obra de ingeniería política y financiera a principios de 1990 como parte de una estrategia muy acertada de internacionalización de la industria. Un equipo de técnicos y gerentes de PDVSA liderados en aquellos años por Héctor Obregón Pérez y bajo la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez alcanzaron el objetivo.
La llegada del chavismo solo fue el preámbulo del desastre para aquel magnífico movimiento empresarial hecho por venezolanos en el propio suelo norteamericano. Era tal el músculo de Citgo que el chavismo vio una fuente inagotable para financiar los graves errores de su política clientelar y su hambre de endeudamiento aún con récords históricos del barril de petróleo en 140 dólares.
Ningún político que ha conducido el país desde la administración de Chávez a Maduro protegió semejante activo.
El Miraflores de Maduro hipotecó el 100% de las acciones de Citgo como garantía para los bonos de PDVSA 2020.
Pero, ¿qué pasó con la emisión de esos bonos?…¿quiénes se beneficiaron?, ¿se construyeron viviendas?, ¿se equiparon hospitales?, ¿se mejoraron los sueldos?, ¿se ampliaron las infraestructuras de servicios en el país?
¿Qué pasó con ese dinero?
Ese es otro episodio del saqueo descomunal. Era el 2016, y Venezuela iba rumbo a la peor crisis económica, política y social jamás vista en la historia reciente del hemisferio. En año y medio la gente se vería comiendo de la basura y el éxodo escalaría a proporciones nunca registradas que suma hoy unos 9 millones de venezolanos fuera del país.
El interinato de Juan Guaidó entre 2019 y 2022, terminó por rematar la empresa. Este último, aprovechándose del desconocimiento internacional hacia el Gobierno de Maduro y el vericueto político que le permitió hacerse con la administración de Citgo, usó la caja para sus propios objetivos políticos, un hecho confirmado por el propio juzgado de la causa.
Hoy, todos los venezolanos, perdimos una gran empresa por la inoperancia y la corrupción de una clase política perversa, sin valores, ni visión. El chavismo, con su vena expropiadora tocó intereses poderosos, como los Cristalex, la canadiense que terminó incendiando la pradera y que defendió en EEUU el pago por el agravio.
Allí comenzó el calvario de Citgo. No hubo, como en aquella PDVSA visionaria y planificada, mentes claras y de alto calibre.
Y no solo el chavismo y Guaidó lo hicieron posible. Hay que estudiar el rol de los banqueros venezolanos en la emisión de los bonos. Eso debe ser estudiado y revisado.
Sus grandes fortunas, producto del parasitismo con el Estado venezolano, emanan tufos malolientes por todos lados.
La historia también pide señalar al G4, los titiriteros de Guaidó: Voluntad Popular, Primero Justicia, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo. Esas organizaciones también están vinculadas. Repetimos, el propio juez de la causa encontró indicios de uso de los recursos de Citgo para operaciones políticas del interinato. Está reseñado en los medios internacionales.
¿Cómo podrían justificar los dueños de esos partidos la calidad de vida que hoy tienen?
¿Borges, Rosales o Guanipa, Carlos Vecchio, Leopoldo López o Juan Guaidó, podrían demostrar que viven acomodados por fondos provenientes exclusivamente de su esfuerzo profesional y no de manejos escabrosos? En Colombia sonaron igual las alarmas con el caso Monómeros. Allí también destacó el saqueo del chavismo y el interinato.
Toda una clase política pervertida y ahora amenazada por el liderazgo de la premio Nobel de la Paz, María Corina Machado, que ha salido indemne de cualquier señalamiento de corrupción. Y a quien, no nos queda duda, han intentado corromper sin resultado alguno.
La última interrogante que nos formulamos en esta casa editorial es, si existirá el tiempo político necesario para hacer reingeniería y revertir la decisión judicial con la que perdimos hoy una gran empresa.
Carlos Alaimo – Presidente Editor –
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