1- Estimados venezolanos.
Es cierto que estamos mal. No nos damos abasto para hacer las cosas que normalmente hacemos. No nos alcanza el tiempo. No nos alcanza el dinero. La comida. Las medicinas.
Estamos estresados por eso, y hasta las cosas más sencillas no nos salen bien. No sabemos cuándo va a terminar esto, pues la dirigencia opositora tradicional está mal, con pugnas internas. Y la dirigencia emergente a nivel nacional está muy lenta para lo que los ciudadanos necesitamos.
2- Huida fallida hacia adelante.
Mientras tanto, el gobierno ha aumentado el nivel de la guerra de desinformación. Y desesperanza. Como único recurso para tapar su descomunal ineptitud.
Ha aumentado los sueldos a niveles gigantescos, sin tener el respaldo para hacerlo. Con una promesa de aumento del precio de la gasolina para cerrar la brecha fiscal. Que no alcanza a cubrir ni 3% del PIB, con los subsidios previstos. Mientras el déficit llega al 15% del PIB (no sube más porque no es financiable ya ni siquiera con dinero sin respaldo, por la parte decreciente de la curva de Laffer), dada la declinación de la producción petrolera, la baja en la recaudación real del impuesto.
En momentos en que la hiperinflación se calculaba a un millón por ciento, lanzó unas medidas que nos hacen predecir ahora en una del orden de los treinta millones por ciento este año. La razón es sencilla: la brecha fiscal es a todas luces endémicamente creciente, y el gobierno tendrá que imprimir mucho más dinero del que venía ya imprimiendo para alimentar aún más al insaciable monstruo de la hiperinflación que lo engulle todo y lo arrasa todo a su paso: la producción, las empresas, la vida de los trabajadores, de los empresarios, de los consumidores, el sistema de precios, el sistema de salud, la seguridad personal, la soberanía nacional, la paz interior, la estabilidad política, social, institucional.
Aunque algunos trabajadores, de lado y lado, creyeron en las bondades el aumento del salario en términos reales, ya se ven signos clarísimos de la falsa ilusión. Los precios se han triplicado aún sin haberlo recibido, las empresas han cerrado, los despidos masivos impregnan de terror el ambiente, los conflictos distributivos, producto de la discriminación fascista, suben en un salto cuántico el nivel del terremoto social que ya hasta los animales, la naturaleza con sus terremotos y sus inundaciones, perciben como cercano.
3- Factores exógenos: lo militar, lo internacional
Por otro lado, el polvorín insurreccional de la fuerza armada está a punto de explotar de una vez por todas. Y la comunidad internacional está cada vez más decidida a poner punto final al gobierno de Maduro, y el pérfido vampirismo del gobierno de Cuba sobre Venezuela.
4- El gobierno estresado
Estamos mal, pues. Pero el gobierno está peor. No solo las cosas más “pequeñas”, de gobierno normal le salen mal (servicios de agua, electricidad, infraestructura, atención a las inundaciones, etc). Sino las grandes, como vemos, de la reconversión monetaria y la recuperación de los equilibrios macroecnómicos. Está estresado. Y no dan pie con bola ni los nuevos asesores importados (el “Cristo de la economía” fue sacrificado). Mucho más estresados que nosotros. No por casualidad gente clave está ya saltando del barco en pleno hundimiento, y las bases populares y militares ya no le tienen confianza, no acuden a sus llamados, y están en proceso de desencanto en activación subversiva
5- ¿Qué debe hacer la sociedad civil?
Primero que todo, recuperemos la confianza en nosotros mismos. Es cierto que, aunque la dirigencia política no ha dado la talla, se está decantando entre quién está con los caza-renta (en el gobierno y le oposición) y quiénes están por Venezuela, por los ciudadanos. Es cierto que se perfila una dirigencia del coraje que será más consecuente con nosotros. Pero ese proceso está tomando demasiado tiempo, y no podemos esperar pasivamente. Al contrario: llegó la hora de la sociedad civil.
La propuesta es que, mientras eso ocurre, nos activemos nosotros mismos, el pueblo venezolano, para recuperar nuestra vida. Para construirla sobre nuevas bases. Y en el proceso, echar al gobierno sátrapa y a sus secuaces, nacionales e internacionales, y poner a la dirigencia opositora a servir a la población, a la ciudadanía, al soberano, que es el que debe mandar en una república, y no al revés, como hasta ahora.
Leer mas: https://www.lapatilla.com/2018/08/29/felipe-perez-marti-la-rebelion-libertadora-basada-en-la-confianza-propia/
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