Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

viernes, 20 de julio de 2018

Harley Morales-Pon - DOS LECTURAS SOBRE LA SITUACIÓN DE NICARAGUA

El poder de Ortega emana de la boca de un fusil. Es necesario construir una coalición unida entre los sectores que luchan contra el régimen Ortega–Murillo

Hay dos lecturas posibles en torno a la resolución del conflicto político; éstas se diferencian por cómo se percibe y aprecia la capacidad de movilización política del pueblo levantado y, por tanto, de las relaciones de fuerza entre los bandos que disputan el poder. La primera percibe a las fuerzas democráticas que disputan el poder político frente al régimen Ortega- Murillo, como capaces de ir desbordando el Estado hasta, por la vía de la fuerza, hacer renunciar Ortega y, a través de ese vacío de poder, hacer rendir al régimen político, instaurando una junta de gobierno transicional que reclame para sí la representación de la voluntad popular y conformar Gobierno. Es discutible.

La segunda no niega la capacidad del pueblo, sin embargo, en estos momentos de la lucha, se percibe una suerte de contención mutua o empate en donde ninguno de los bandos enfrentados tiene la capacidad de imponer la totalidad de sus intereses; por un lado, las fuerzas democráticas no pueden imponer por si solas la voluntad desde la calle para derrocar al régimen y, por otro lado, el régimen Ortega- Murillo no puede devolver la estabilidad previa al dieciocho de abril. Cada uno de esos bandos posee un capital o recurso que el otro carece. Aunque las fuerzas democráticas han ganado reconocimiento social por parte de la gente y resistido al asedio del régimen, este último detenta el relativo monopolio de la violencia ahora no legítima; por tanto, la represión del régimen y la resistencia del pueblo, bajo la ausencia de un interlocutor que exija de manera negociada una resolución justa al conflicto político, produciría un desgaste. Ahí el papel del Diálogo Nacional.

El Diálogo Nacional no produciría los efectos deseados por el pueblo de manera inmediata en la medida que la generación y el cumplimiento de acuerdos políticos, estará relativamente determinado, por un lado, por la presión que se ejerza por el avance de la movilización del pueblo levantado, y, por otro lado, por la capacidad del régimen de seguir reprimiendo a través de las instituciones de un Estado en proceso de resquebrajamiento y, de manera interrelacionada, la capacidad de las fuerzas democráticas para hacerle frente a la represión y su cese definitivo. Este empate catastrófico podría llevar cierto tiempo hasta su resolución, sin embargo lo que es seguro es que los marcos socialmente establecidos, previo al dieciocho de abril, a través de los cuales se gestionaba el poder político se han roto; de esa manera, el régimen ya no puede gestionar el poder político de manera unilateral e imponerse por la fuerza, dado que el pueblo reclama la desmonopolización del derecho a decidir en torno a asuntos de interés general. Es necesaria  la negociación. El Diálogo Nacional es el marco no institucional a través del cual se está gestionando el poder político.

¿Qué se negocia en el Diálogo Nacional propuesto por la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN)?
Dado el empate político catastrófico entre los bandos enfrentados y la negociación a la que han tenido que recurrir, Ortega, derrotado éticamente frente al pueblo y frente a organismos nacionales e internacionales de derechos humanos, podría estar i) optando por la vía del cambio político  o ii) por el continuismo en el poder.

Para el primer caso, Ortega, en el Diálogo Nacional, ha tratado de dilatar el proceso con el objetivo de negociar, con diferentes actores a nivel nacional e internacional – de manera sospechosa con los Estados Unidos- las condiciones más favorables para su salida. De esa manera, el régimen ha tratado con relativo éxito de disminuir su responsabilidad de los actos de violencia y por tanto las posibles sanciones que se puedan ejercer sobre sus actores directos e indirectos, al tiempo que  ha usado la represión y la manipulación mediática para crear una correlación de fuerza más o menos favorable en la mesa de diálogo.  Es decir, Ortega podría estar de acuerdo en aceptar la agenda de elecciones anticipadas posteriores a reformas constitucionales a cambio de impunidad para él y sus allegados; pero no para todo el régimen. Por esta razón Ortega se resiste a brindar un una respuesta “formal y oficial”, tal y como han solicitado los obispos de la CEN, en la medida que dicha acción podría desplegar un mensaje de “traición”  y agudizar la crisis interna del FSLN, la disputa por las posiciones de poder del mismo y, con ello, crear un descontento en las bases adheridas al mandato de Ortega y Murillo.

Para el segundo caso, la represión y la manipulación mediática se han desplegado como estrategias para la generación de terror en búsqueda de la desmovilización del pueblo levantado, esto es, en aras de la continuidad en el poder por parte de Ortega-Murillo. La exaltación de las “caravanas de la paz”, tal y como las ha categorizado el régimen por parte de militantes orteguistas en territorios asediados y reprimidos, es la manera en que se lleva a la práctica una visión en torno a lo que está aconteciendo: la liberación de territorios “secuestrados” por “delincuentes”. La criminalización de la lucha del pueblo, la judicialización de los y las manifestantes y la negación de la realidad ha sido una constante.

En ambos casos, cualquier dilatación del proceso por parte del régimen Ortega- Murillo tiene como fin la oxigenación de su régimen, la gestión de sus crisis internas y la posible configuración de arreglos con actores claves de la política nacional (fracciones no reformistas del sector privado) como condición para entrar en una posible contienda electoral con una mayor probabilidad de victoria o de manera cruda imponer el poder por la fuerza y la represión en pro de la prolongación de la dictadura. Tal como diría Mao, en última instancia, el poder real emana de la boca de un fusil; y son fusiles los que cargan los parapolicías adeptos al régimen asesinando a su propio pueblo.

Leer mas: https://confidencial.com.ni/el-poder-de-ortega-emana-de-la-boca-de-un-fusil/

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