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Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

jueves, 22 de febrero de 2018

Cúcuta, la ciudad colombiana donde llegan miles de venezolanos desesperados Por JOE PARKIN DANIELS

La venezolana Wilya Hernández y su hija de 2 años duermen en las calles de Cúcuta, Colombia, adonde cruzaron a inicios de febrero con la intención de viajar a Ecuador. Credit Juan Arredondo para The New York Times

Durante las últimas tres semanas,  Wilya Hernández ha estado durmiendo en las calles atestadas de basura de Cúcuta, una ciudad caótica en la frontera con Venezuela que vive un crecimiento descontrolado. Está acompañada por su esposo y Antonela, su hija de 2 años. Aunque en muchas ocasiones la niña no hace algunas comidas, Hernández no quiere regresar a su hogar en Venezuela.

“Necesito un ángel”, dijo la mujer mientras contenía las lágrimas a la una de la madrugada de una noche reciente. “No podemos regresar y no podemos quedarnos aquí”.

Es la misma opinión que comparten miles de sus compatriotas que han huido a Cúcuta, donde la lucha para adaptarse a la vida en Colombia les parece más atractiva que el hambre y las turbulencias que enfrentaban en su patria.

Venezolanos ingresando a Colombia en el punto de revisión migratorio en el puente Simón Bolívar, en las afueras de Cúcuta Credit Juan Arredondo para The New York Times

Venezuela está sumida en una crisis política y económica. Según los legisladores de la oposición, el año pasado la inflación sobrepasó el 2600 por ciento, lo que ha exacerbado la grave escasez de alimentos y medicinas.

Actualmente, Venezuela es gobernada por una Asamblea Nacional Constituyente conformada por aliados del presidente Nicolás Maduro. El congreso, controlado por la oposición, se ha hecho a un lado mientras que el Tribunal Supremo de Justicia está lleno de jueces leales a Maduro y la Guardia Nacional Bolivariana ha recibido órdenes de aplicar mano dura ante cualquier protesta.

Maduro convocó las elecciones presidenciales para abril, aunque los países vecinos le han sugerido que las suspenda debido a la gran cantidad de políticos opositores que están inhabilitados o que han tenido que huir del país.

Mientras el autoritarismo continúa endureciéndose en ese país rico en petróleo, un gran número de sus ciudadanos está escapando, aduciendo como razones para su partida la crisis económica y el crimen rampante. Según las autoridades colombianas, 210.000 venezolanos llegaron en los últimos seis meses de 2017, y en otras naciones sigue aumentando la cantidad de migrantes que huyen de la crisis.

En Brasil, la llegada de venezolanos ha abrumado a ciudades y pueblos del estado norteño de Roraima, que hace frontera con Venezuela. Para finales del año pasado, un estimado de 40.000 venezolanos se había establecido en la capital del estado, Boa Vista, aumentando las exigencias sobre la infraestructura pública y su sistema de salud. La tasa de cruces fronterizos se ha disparado este año, a varios cientos al día, por lo que el Ejército brasileño tuvo que desplegar a miembros adicionales en la frontera.

Freddy Muñoz vende atún en lata, ingresado ilegalmente a través de la frontera, en las calles de Cúcuta. Credit Juan Arredondo para The New York Times

“Las fuerzas armadas adicionales no se enviaron para impedir que los venezolanos crucen, sino para tener un mejor entendimiento de quiénes llegan y qué tipo de ayuda requiere cada persona”, declaró el miércoles Torquato Jardim, ministro de Justicia y Seguridad Pública.

El Ejército está en proceso de establecer un hospital de campaña en Roraima para proporcionarle atención básica a los venezolanos, muchos de los cuales llegan en condiciones de desnutrición.

No obstante, los funcionarios locales han sostenido tensas discusiones con sus contrapartes federales sobre el tema de la ayuda, muchos creen que el hecho de proporcionar asistencia humanitaria podría convertir a Roraima en un imán que atraiga aún más a los migrantes.

En Colombia, la mayoría de quienes cruzan la porosa frontera lo hacen a pie por el puente Simón Bolívar, justo afuera de Cúcuta, donde los funcionarios de migración dicen que ingresan cerca de 30.000 personas al día. Algunos compran arroz y pasta para llevarlos a su casa pero otros, con solo una maleta a cuestas, planean quedarse y comenzar una nueva vida.

Leer mas: https://www.nytimes.com/es/2018/02/19/cucuta-colombia-venezuela-cabello/

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