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martes, 25 de abril de 2017

Los colectivos venezolanos, las bandas de civiles armados que atacan a los manifestantes y defienden a Maduro Por PATRICIA TORRES y NICHOLAS CASEY

Cientos de miles de manifestantes han tomado las calles de Caracas y otras ciudades exigiendo que se realicen elecciones en Venezuela. Credit Meridith Kohut para The New York Times

Los motociclistas llegaron con un estruendo; eran una falange de chaquetas rojas con ropa oscura. Algunos llevaban los rostros cubiertos mientras aceleraban los motores ante los manifestantes. Arrojaron bombas de gases lacrimógenos para dispersar a la multitud y, según los testigos, luego sacaron las pistolas y dispararon.

Carlos Moreno, de 17 años, cayó al suelo y un charco de sangre se formó alrededor de su cabeza. “Se le estaba saliendo la materia cerebral”, recordó Carlos Julio Rojas, un líder comunitario que presenció el tiroteo sucedido en Caracas el miércoles pasado.

Quienes estaban en la protesta dicen que los hombres uniformados que dispararon contra Moreno no pertenecían a las fuerzas de seguridad del gobierno. Eran miembros de bandas armadas que se han convertido en agentes clave para el presidente Nicolás Maduro, quien intenta sofocar las crecientes protestas contra su gobierno.

Esos grupos, que reciben el nombre de colectivos, forman parte del escenario político venezolano desde hace mucho tiempo, pues fueron fundados como organizaciones comunitarias a favor del gobierno. Según los expertos que estudian su conformación, se trata de civiles con entrenamiento policial que han sido armados por las autoridades.

Los colectivos controlan un vasto territorio del país y en algunos casos se financian por medio de actos delictivos como la extorsión, el contrabando en el mercado negro de alimentos regulados y el narcotráfico. El gobierno tolera sus actividades a cambio de lealtad.

Actualmente parece que desempeñan un papel importante en la represión de la disidencia.

Cientos de miles de manifestantes han tomado las calles de Caracas y otras ciudades exigiendo que se celebren elecciones. Las protestas se han intensificado debido a la crisis económica que ha generado una gran escasez de productos básicos como alimentos y medicinas —así como una reciente resolución del Tribunal Supremo de Justicia con la cual intentó asumir las funciones de la Asamblea Nacional— lo que ha contribuido a la desestabilización del país y se han convertido en la amenaza más grande para el gobierno actual desde el golpe de Estado que en 2002 destituyó, por unas pocas horas, a Hugo Chávez.

Maduro ha respondido desplegando efectivos de la guardia nacional armados con cañones de agua, balas de goma y perdigones para dispersar a las multitudes. Pero diversos expertos y testigos aseguran que, junto a las fuerzas de seguridad, también actúan los colectivos que se dedican a una intimidación más brutal y, en muchos casos, mortal.

“Esos son los verdaderos grupos paramilitares de Venezuela”, dijo Roberto Briceño-León, director del Observatorio Venezolano de Violencia, un grupo académico que monitorea los actos delictivos en el país.

Los colectivos se han convertido en agentes represores a medida que han disminuido los ingresos del gobierno venezolano a causa de la creciente deuda externa y la caída de los precios del petróleo. Según muchos venezolanos, los colectivos aparecen en casi cualquier protesta en la que el gobierno perciba que los ciudadanos se pasan de la línea, desde los rutinarios conflictos laborales con sindicatos hasta las manifestaciones estudiantiles.

Durante las recientes confrontaciones en Caracas, los efectivos policiales han perseguido a los manifestantes, lanzado gases lacrimógenos y disparado balas de goma. Credit Meridith Kohut para The New York Times

Eladio Mata, un dirigente sindical del sector salud, dice que el año pasado los miembros de un colectivo le dispararon cuando se estancaron las negociaciones en el Hospital Universitario de Caracas.

Mata cuenta que cuando llegó a la puerta principal del hospital se encontró con varios hombres que le impidieron salir. Él cree que fueron llamados por la directiva del hospital. Los miembros del personal intentaron ayudarlo a salir, pero un miembro del colectivo le disparó en la espalda. Luego tuvo que ser arrastrado a una sala de operaciones para una cirugía de emergencia.

“En este país está prohibido disentir”, dijo Mata.

Oscar Noya, un investigador de enfermedades infecciosas tropicales, dijo que su laboratorio ha sido objeto de actos vandálicos en unas 30 ocasiones, perpetrados por miembros de los colectivos que destruyen sus equipos y se llevan los cables eléctricos.

Noya cree que ordenaron vandalizar su sitio de trabajo porque suele publicar información sobre epidemias de enfermedades infecciosas que el gobierno no informa, particularmente la propagación de la malaria.

También comentó que las autoridades han guardado silencio ante sus repetidas denuncias, por lo que cree que los colectivos han “alcanzado un nivel de impunidad total”.

“Si la revolución pierde la presidencia mañana, los colectivos inmediatamente se convertirán en una guerrilla urbana”. FERMÍN MÁRMOL, CRIMINÓLOGO

Leer mas: https://www.nytimes.com/es/2017/04/22/colectivos-venezuela-nicolas-maduro/

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