Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

viernes, 21 de abril de 2017

De la desesperación a la tortura, Juan Pablo Guanipa / Diputado A.N

Este gobierno convertido en dictadura no está dispuesto a ceder un ápice en el daño que le hace a Venezuela con la única finalidad de mantenerse en el poder. Gracias a Dios y a la ciudadanía no las tiene todas consigo. Perdió lo más importante que puede tener cualquier grupo en el ejercicio gubernamental: el apoyo popular.

Perdió la confianza de una mayoría que hoy se une a quienes nunca creímos en ese proyecto de destrucción, para juntos sumar un profundo, amplio y decidido rechazo a su permanencia en el poder. Perdió la cohesión interna y hoy comienzan a oírse voces disidentes endógenas. Pero además, perdió credibilidad en el concierto de naciones. Hoy la comunidad internacional tiene muy claro el talante tiránico de quienes se han envilecido en estos 18 años de desgobierno..

Los métodos que utiliza esta gente para amedrentar, generar miedo y silenciar a la dirigencia opositora, crecen cada día en premeditación y alevosía. Ya hemos denunciado, con la convicción de haberlo vivido en diez dirigentes cercanos y con la referencia cierta de todo el país, la utilización del método de la siembra de armas, municiones, artefactos explosivos, en carros y casas, con el único fin de abrir causas judiciales sustentadas en la mentira y en el irrespeto a la dignidad humana. Obligan a transeúntes a declarar como testigos y montan ollas de manera burda y primitiva.

A esta práctica deleznable se une ahora la tortura, los tratos crueles, inhumanos y degradantes. No es necesario transcribir los artículos de la Constitución, de la ley y de los convenios internacionales que defienden la integridad física, psíquica y moral del ser humano, que penalizan a los funcionarios públicos que infieran maltratos físicos o mentales a cualquier persona y que niegan cualquier valor probatorio a confesiones o informaciones obtenidas mediante estos tratos. Eso está muy claro en el  ordenamiento jurídico nacional e internacional.

El caso más reciente y emblemático es el de los morochos Sánchez, dirigentes juveniles de Primero Justicia en Caracas. Una seguidilla de delaciones falsas los convirtieron en imputados de delitos que no cometieron. Ya detenidos, con hechos demostrables de torturas físicas y mentales, los obligaron a acusar a diputados del mismo partido en la capital como autores intelectuales de ataques a instituciones públicas. Es así como vimos al señor Maduro, mostrando de manera ilegal el video de la “confesión” de uno de los morochos.

Y cuando fueron denunciados los hechos de tortura, tuvo el despropósito de anunciar persecución judicial a cualquiera que se atreviera a hacer esas denuncias. ¿Cree este señor que va a impedir que la verdad aflore y que con sus presiones institucionales, propias de un dictador, va a amedrentar a los denunciantes y a las víctimas? ¿Cree además que con muestras militares amenazantes va a desmovilizar a toda una ciudadanía que está decidida a defender a nuestro país en una lucha pacífica y sin armas? Este país cambió y está dando la pelea en la calle, por la democracia, por las instituciones, por el bienestar y por su calidad de vida. El daño en vidas perdidas es irreparable.

El daño físico y psicológico, en algunos casos, podría ser irreversible. A Dios le pedimos mucha fortaleza para los morochos Sanchez, su familia y todos los que hayan pasado por esto. A pesar de todo este mal, las víctimas y sus familiares tienen la esperanza de que se podrá hacer justicia porque los delitos cometidos son de lesa humanidad y no prescriben. Corresponde a los órganos jurisdiccionales, en un momento de más luz, hacer justicia y lograr la paz.

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